En esta ocasión les menciono una experiencia personal, circunscrita dentro de las visiones que el cerebro nos proporciona en los estados alterados de conciencia (Se abren ventanas hacia otras realidades; investiguen sobre: DMT, Rick Strassman, glándula pineal, Ayahuasca, Terence Mckenna). En este caso yo estaba en ese estado intermedio entre el sueño y el estado lúcido.
Yo tenía cerca de 4 años de edad, y vivíamos en la ciudad de Torreón, en el norteño estado mexicano de Coahuila. Era de noche, mi padre conducía hacia la casa de mi abuela materna. Yo venía durmiendo en el asientro trasero del auto.
La casa de mi abuela era del tipo de interés social, en las que todas las casas del vecindario son idénticas, sin barda al frente, un largo garage y cada propiedad dividida por una barda o muro.
Llegamos y mi padre me carga sobre uno de sus hombros; yo ya estaba semiconsciente. En la barda derecha, desde el punto de vista del que llega, estaba el ser del dibujo de arriba. Muy delgado, del tamaño de un hombre y de color grisáceo. Descansaba cómodamente en la barda, apoyando su cabeza sobre una de sus manos. Mis padres no lo vieron (al estar lúcidos, despiertos, su cerebro no podía percibir dimensiones paralelas, yo aún no despertaba totalmente.) Entramos a la casa y se acabó el asunto. Por años he relatado esta visión a la familia.
Recuerdo esto porque la noche del 31 para amanecer al 1 de noviembre de este 2009, me sucedió otra visión similar que les relataré después.
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