Fuera de este mundo, en los confines del Universo, en dirección de la cuarta dimensión física, hay una diáfana capa electromagnética de partículas exóticas, que generan una especie de ruido de fondo, y que, debido a que “es”, entiéndase como que si esta región del Multiverso experimentara tiempo sería más antigua que todo el Cosmos, ha “habido tiempo” para que surjan todo tipo de conciencias y patrones de información (así como la fábula de los monos tecleando en máquinas de escribir y que en un momento dado uno de ellos escribe una línea de una de las obras de Shakespeare.)
Estas inteligencias miran hacia la dimensión inferior, la nuestra, y sienten deseos de experimentar la encarnación, otras veces intervienen, tal vez por un dejo producto del aburrimiento que la eternidad les produce, en la evolución de formas de vida que ellos adoptan como sus consentidas (igual que nosotros escogemos una planta de un jardín como nuestra favorita) y no en pocas ocasiones las especies inteligentes, en nuestro mundo, los identifican a ellos como dioses.
Otras veces se manifiestan físicamente en nuestro plano dimensional, causando el asombro y el extrañamiento de ocasionales testigos que luego relatan a sus conocidos que vieron “OVNIs”.
A veces las inteligencias que así se manifiestan, cometen actos que nosotros calificaríamos de malignos. Ellos al no ser humanos, no comparten nuestros valores morales ni tienen nociones del “bien” o el “mal.” Y simplemente dañan, y hasta matan, a seres humanos, del mismo modo como un niño es capaz de matar a un pájaro o una lagartija.
(Toda esta entrada al blog me vino a la mente en un instante ¿me lo dictaron?)
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