César ya lleva más de un día en los separos del precinto distrital. Al haber sido detenido en fin de semana, lo dejaron guardado para procesarlo ¡hasta el "lunes". Calcula que eran la nueve de la mañana cuando despertó. Y otra vez la desagradable sensación de estar sucio, sudado y de su olor corporal que huele mal.
Se pone sus calcetas y tenis y se dirige al servicio, que está contra la pared, al fondo de su pequeña celda. Luego de orinar, se quita la camiseta para lavarse las axilas, el pecho y la cara. Trata de meter su cabeza bajo el chorro de agua, pero el lavabo es minúsculo; así que con las palmas de las manos, se empapa el cabello.
Se pone de nuevo la camiseta y, también la chamarra del pants. Camina hacia la reja y, pegándose lo más posible, trata de ver que está sucediendo en la puerta de acceso al pasillo de los separos.
"¡Hey! ¡tengo hambre! No me vayan a dejar aquí olvidado..."
El día anterior notó que él era el único inquilino de los separos y, hoy se encuentra también, completamente sólo, ni siquiera hay un guardia haciendo su rondín.
A su mente vienen imágenes de los largos años de confinamiento solitario, sufridos por el Conde de Montecristo.
"¿Cómo se llamaba? ¡Ah sí! Edmundo Nantes".
Y también se acuerda de la húmeda e insalubre celda donde la hermana y madre de Judá Ben-Hur se contagiaron de la peste.
"Bueno, ese riesgo no lo voy a sufrir aquí, este separo se ve bastante higiénico, pero ¡Saquenme de aquí!"
Con un ademán de desprecio a su suerte, le da la espalda a la reja, para recargarse contra ésta. Ahora una imagen de sus padres y sus hermanos viene a su mente. Desea que ellos estén bien. Se pregunta si estarán en el mismo tiempo que él, no había pensado en eso, pero, no, no es posible, el espacio-tiempo es una de las propiedades del universo y él, al haberse caído, o al ser arrebatado (¿por un agente inteligente?) a otro universo, está viviendo otro transcurrir del tiempo. Tal vez, incluso, su universo de origen, hace una eternidad que se evaporó, o colapsó...
***
Finalmente se apareció un guardia de prisión con una charola de alimento. El guardia antes de abrir la puerta le ordenó a César que se alejara un par de pasos hacia atrás.
"Amigo, hágase hacia atrás, es un protocolo que usted debe seguir".
César obedeció al ver las señas del guardia indicándole que se alejara de la reja. El guardia es un hombrecillo de mediana edad y calvo, enfundado en un uniforme de color kaki, de su cinturón cuelga un gran aro, que es su llavero, y lo despliega orgulloso, como si se trataran, todas esas llaves, de medallas ganadas en combate. A César este guardia le inspira confianza, nada que ver con el amenazante aspecto del guardia, de la visera y armadura negra, resguardando la oficina de comercio.
Pero bueno, estos solo son separos administrativos, no es una prisión propiamente dicha. Y César, luego de descubrirse arrebatado de su mundo de origen, todo lo encara y experimenta con curiosidad y asombro, como si él fuera Gulliver en sus famosos viajes.
Después de abrir la reja, el guardia recoge la charola del piso, donde la había colocado para poder abrir, y entra a la celda.
"Son unos burócratas incorregibles, muchas veces le he mencionado al comisionado que no se puede, ¡no se debe!, encerrar cono criminales a gente por simples faltas administrativas. Esto se debe procesar por medio de comparecencias notificadas por medio de citatorios".
Coloca la charola sobre la colchoneta de la cama.
"Bueno, desayune amigo. Antes de mediodía llega el jefe de asuntos migratorios del precinto. ¿Le parece si regreso en media hora para llevarlo a los vestidores para que pueda tomar un regaderazo?"
"Bueno lo dejo amigo, tengo que ir a preparar té para los jefes, antes de que lleguen".
Y el simpático guardia se retira. César come absorto y se lleva a la boca uno de los sabrosos panecillos que acompañan su desayuno.
Él sonríe, se siente como un perro, no entendió nada de lo que le dijo el guardia. Solo interpretó sus gestos, ademanes y tono de voz.
***
Al estacionamiento del precinto distrital llega un lujoso automóvil, solo emite un apagado zumbido porque es un vehículo eléctrico, su forma larga y aerodinámica recuerdan las formas de un bote fuera de borda y, sus ventanas polarizadas no permiten ver a su ocupante hacia el interior.
El gran estacionamiento, al aire abierto, apenas y se llega a ocupar por media docena de autos, solo los que son afortunados de poder entrar a pertenecer a las clases burocrática y comercial, pueden darse el lujo de vivir una vida de lujo y placer.
El conductor del auto finalmente escoge un espacio de estacionamiento junto a un arbolillo, en uno de los varios camellones que dividen el estacionamiento, la sombra de este va a proteger al vehículo durante el transcurso del día.
Su conductor desciende y se dirige hacia el interior del precinto distrital. Se trata del licenciado Klinn, jefe distrital de asuntos migratorios.
Le llega una notificación de mensaje a su tatuaje interactivo en su muñeca derecha, lo despliega en su implante corneal y, para su desagrado se da cuenta que no se trata más que de spam. Llega a la puerta y pasa su tatuaje interactivo por el escáner checador de turno.
"¡Buenos días licenciado Klinn!"
Muy alegre y con entusiasmo, lo recibe Julian, el simpático guardia que le llevó el desayuno a César.
"Hola Julian, buenos días".
El licenciado Klinn pasa su portafolios por el escáner de rayos X, de seguridad, y cuando la banda transportadora lo arroja al final de la mesa, Julian le solicita al licenciado:
"Licenciado Klinn, ¿puede abrir su portafolios, por favor?"
Y como todas las mañanas, el licenciado Klinn abre su portafolios y Julian lo revisa para únicamente ver que éste no contiene más que un sándwich envuelto en servilletas, dentro de una bolsa de plástico, acompañado en su soledad por una botella de yoghurt y una bolsa chica de plátanos fritos. En la tarde se repetirá este ritual burocrático, pero para entonces el portafolios solo contendrá la bolsa de plástico que el licenciado Klinn reciclará para su sándwich de mañana.
"Gracias licenciado".
"De nada Julian".
Cuando el licenciado Klinn da varios pasos, Julian le comenta.
"¡Licenciado Klinn! Hay un extranjero en detención administrativa por violación a la ley migratoria".
Dándose la media vuelta, el licenciado le ordena a Julian:
"Llévalo a mi oficina al mediodía y, busca a Diure, que limpie mi auto".
"¡Sí licenciando!"
El licenciado Klinn se dirige sin prisa a su oficina, va ocupado leyendo las noticias en su implante corneal.
***
El licenciado Klinn y los superintendentes de, procesamiento de información y el de métodos de administración, se encuentran, los tres, en el despacho del licenciado. Están comiéndose sus lunches del mediodía y bromeando sobre diversas cosas. Sus carcajadas se escuchan hasta el pasillo.
"Y entonces le dije al comisionado Monderre que esa vieja es pura simulación, que no le crea sus acusaciones de acoso, porque ella cuando va caminando, ¡solo va fijándose en las nalgas y los pitos de todos nosotros!"
Y ante esta puntada, del superintendente Baras, ellos estallan nuevamente en carcajadas.
Klinn suspira por fin y les dice:
"Bueno, yo sí tengo trabajo, no como 'otros vagos' que solo vienen a perder el tiempo. Así que, no es que los corra pero, ¡hush! ¡hush! sáquense de aquí".
Y les hace ademanes como si estuviera corriendo a un guarte que está comiéndose las sobras del bote de basura que acaba de voltear.
"Eres un cabrón pinche Klinn".
El superintendente Baras, amigablemente, así se tratan ellos, le dice mientras salen de su despacho. Klinn cierra su puerta de cristal detrás de ellos, coge su yoghurt de su escritorio, y de un trago se lo bebe completo, y luego se limpia los labios con las servilletas que envolvían al sándwich, para posteriormente hacerlas bola y arrojarlas al bote de basura.
Aún no se sienta tras su escritorio cuando escucha un toqueteo tímido a su puerta, se voltea y ve que se trata de Julian el guardia.
Le hace una seña a Julian para que pase; una vez sentado tras su escritorio, el guardia tímidamente le comenta, metiendo solamente su cabeza por la puerta entreabierta.
"Licenciado, disculpe la interrupción, pero como me dijo que a mediodía le trajera al detenido..."
"Sí Julian, lo tengo presente, por eso concluí mi lunch justo ahora. ¿Y bien? ¿Ya lo trajiste desde los separos?"
"Sí señor, lo dejé sentado en las sillas de espera en el pasillo".
"Traelo, ¿sí?"
Julian se retira y en segundos regresa con un César fresco y tranquilo, luego del desayuno y el regaderazo que Julian tuvo a bien proporcionarle.
En su display óptico de la retina, Klinn despliega sus pendientes del día y selecciona el archivo referente a César Lacroix.
"Buenos días señor Lacroix, tome asiento, por favor. Entrar de manera ilegal al planeta puede significar una pena grave, tanto pecuniariamente así como de tiempo en prisión; no es solo la falta administrativa por no haber usado un carguero translumínico interestelar autorizado por el gobierno y luego haber descendido en deslizador en un lugar remoto del mundo.
Usted entenderá que debemos desincentivar la introducción de fauna y flora nocivas, así como vigilar muy de cerca si un viajero viene infectado por alguna plaga contraída en los mundos pioneros de la periferia. La introducción de contrabando ¡es lo de menos!
¿Comprende?"
César escuchó todo el discurso del licenciado Klinn con atención y una sonrisa esbozada en el rostro. Le causa gracia que le sea mencionado tanto y él solo comprenda algunas palabras aquí y allá.
"Lo siento, mi comprensión del Estándar es muy pobre".
Klinn se siente frustrado, se estira y apoya su cabeza contra sus palmas entrelazadas detrás de ella.
"¿Qué idioma habla?"
César completamente disfrutando esto, le contesta burlonamente:
"¡Español!"
Klinn presiona comandos en su tatuaje interactivo para activar su equipo de cómputo de escritorio y en su display óptico corneal da varios clicks para que, todo lo que él le mencionó a César sea reproducido doblado al Español.
Pero lo único que emiten los altoparlantes del equipo de escritorio es un clásico sonido de error de sistema operativo que no tiene archivos de traducción a este tal Español.
Klinn vuelve a dar varios clicks y, de nuevo el sonido de error.
"¿Espaniol dijo usted? ¿En qué cuadrante de la galaxia se habla?"
"No lo se".
Vuelve a contestar César burlona y desafiantemente. ¡Ey! ¡esa pregunta la comprendí! Piensa él con satisfacción.
"Mire amigo, colabore o si no usted va a ser guardado un largo tiempo".
Klinn finalmente da clicks para reproducir su discurso en los diez idiomas más populares de la galaxia. Y después de largos y tediosos minutos César sacude su cabeza:
"No entiendo".
Klinn se pone de pie y desde la puerta de su despacho le grita a Julian. Al no obtener respuesta le ordena a la secretaria de la oficina.
"Iesi, por favor localíceme a Julian el guardia, dígale que venga por el detenido.
Klinn regresa a su escritorio y, ya no le vuelve a dirigir la palabra a César. Se ocupa leyendo su agenda y mensajes en su display óptico.
***
Esa tarde, al salir de la planta de soya, Lumila llega al precinto distrital. Lleva las bolsas con el resto de la ropa nueva que César se compró en el distrito comercial Abala, bueno ella en realidad la pagó. Así como un portaviandas con alimento.
Ella siempre ha sido independiente a lo largo de su vida, y nunca se ha preocupado por nadie, excepto su fallecido padre. Pero este extranjero César está totalmente sólo y desamparado, no conoce el idioma tampoco y, todo eso le causa compasión a ella.
Al aproximarse caminando al precinto ella piensa en algo que la pone completamente a la defensiva, mientras que al mismo tiempo causa que se ruborice. Ella piensa:
"¡Sí algún imbécil piensa que vengo a visita conyugal, lo mato con mis manos!"
Atraviesa el gran estacionamiento frente al edificio y llega a la puerta de cristal. Misma que ya está cerrada porque ya no es horario de atención al público en el área administrativa.
Julian la ve aproximarse y desde el cristal le señala el horario de atención, pegado como una calcomanía contra la puerta de cristal.
Aún así ella se agacha, cómicamente bajo la altura de la calcomanía para poder ver al guardia de seguridad (¡le hubiera bastado con moverse a su izquierda o derecha!)
"Perdón, disculpe, un amigo mio está detenido por una falta administrativa".
César es el único detenido en el precinto distrital y Julian, que siente simpatía hacia César, porque le inspira confianza, interpreta correctamente que es lo que desea la grandota mujer del otro lado de la puerta.
Julian toma su gran aro con sus “medallas de combate” (las llaves) y abre la puerta.
"Viene a ver al señor César Lacroix ¿verdad?"
"Sí señor, mire, le agradecería mucho si me dejara pasar a verlo y entregarle estas cosas..."
"¿Es usted su mujer?"
"¡No! yo lo ayudé cuando el señor Lacroix tuvo un desvanecimiento en la calle..."
Lumila al terminar de explicar esto, se pone a la defensiva, esperando la estúpida pregunta. Pero por fortuna a Julian ni siquiera le pasa por la mente.
"Mire señora..."
"Lumila".
"No puedo dejarla pasar, eso sería una falta grave a mis responsabilidades, pero, sí puedo entregarle esa bolsa con ropa. Los alimentos, no vienen al caso. Yo mismo soy el responsable de darle sus tres alimentos diarios."
"¿Y cómo está él?
"Hoy lo entrevistó el jefe de asuntos migratoríos, no le fue bien".
"Oh no..."
"Su amigo o se negó a contestar el interrogatorio o viene de un mundo sumamente sin importancia porque, al parecer, no habla ninguna de las lenguas principales de la galaxia. ¿Quién es él?'
"¿Le puedo dejar mi tarjeta para que me comunique cualquier cosa en el desarrollo de la situación legal del señor Lacroix?"
"Sí señora, desde luego".
Lumila presiona el par de comandos que efectúan el envió de sus datos de contacto, en su tatuaje interactivo en su muñeca, para darle su 'tarjeta' a Julian el guardia.
"OK, ya recibí su tarjeta, yo le envío un mensaje cuando ocurra cualquier cosa y, pues, le voy a llevar la ropa y avisarle de su visita al señor Lacroix".
"Se lo agradeceré, ¿señor?"
"Julian Zmah"
"Bueno, muchas gracias señor Zmah".
Y Lumila emprende el camino de vuelta a la estación de minibus eléctrico.
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