martes, 17 de noviembre de 2015
EL PACTO
Nestor termina su clase nocturna de natación, sale de la alberca y se dirige hacia los vestidores para darse una ducha.
Él sabe nadar, pero decidió inscribirse a estas clases para ejercitarse y relajarse, luego de salir de su trabajo, del infierno de los cubículos grises.
Tres veces por semana, dos mil quinientos pesos al mes, su sueldo le permite pagarse con holgura estas clases.
Algo que lo decepcionó al cabo de dos semanas, es que en este club 'Acuática Atlantis', no asisten mujeres, al menos no en su horario de clase, y sus instructores son hombres. Instructores ¡gordos! Dan mala imagen y no predican con el ejemplo, aunque, ellos solo son los instructores, no necesitan estar atléticos para impartir su conocimiento, ni compiten dentro de la alberca, tampoco.
Nestor quería conocer mujeres, tener una amiga. Se la pasa todo el día en su cubículo, ahí come, lleva sus tupperware como buen Godínez y, sus tres compañeras en la oficina, son señoras que no le atraen en absoluto. Una de ellas, Georgina, está separada, es gorda, sangrona, como quince años mayor que él y es una de sus jefes.
***
Nestor está tomando una ducha, su mente ocupada en los temas a discutirse en la junta de planeación, mañana en la oficina. No se imagina que sus pies descalzos han llamado la atención de un microscópico hongo que ahora lo alcanza por la planta de su pie derecho y se sujeta del mismo.
***
Ya hace meses que Nestor dejó las clases de natación, ahora sale tarde del trabajo, liquidaron personal y el subgerente César, les dijo que:
"Ahora vamos a hacer más con menos".
Mientras hacía, César, un ademán con sus manos abiertas y separadas (el más) y luega las juntaba entrelazando los dedos (el menos).
Este ademán del subgerente le pareció ser, a Nestor, tan mamón, tan imbécil que, meses después, aún lo recuerda con coraje y odio.
Sentado sin hacer nada, solo viendo el monitor y haciendo clicks con el mouse (para fingirse ocupado) Nestor piensa en todo lo descrito anteriormente, mientras siente una comezón aguda en la planta de su pie derecho.
***
Luego de probar, sin éxito, varias soluciones contra el pie de atleta, Nestor razona que al lavar el baño, el cloro destruye el moho en el excusado y paredes, así que, llena a la mitad (para no derramar el agua) una cubeta, le vierte una taza de cloro y, esa noche mientras se pasa una hora en el internet, antes de irse a dormir, mete su pie en la cubeta.
Repite lo mismo las cuatro restantes noches de la semana. La descamación y el pie de atleta desaparecen, días después.
***
Han pasado algunos meses, ocupado en la cotidianidad, Nestor apenas nota que en ambos brazos, le comienzan a surgir escamas blancas, mismas que le generan constante depósito de polvo en sus sábanas. Los microscópicos ácaros que habitan su cama nunca habían estado tan bien alimentados.
***
Transcurre más tiempo, ahora el hongo se ha extendido a la totalidad del cuerpo de Nestor; la comezón que siente no es constante, pero sí sufre punzantes dolores que, a lo largo del día, se le disparan en cualquier zona de su piel, ahora en la coronilla, ahora adentro de un párpado, ahora en medio de los dedos del pie, en un codo, en un testículo, en la nariz, la pantorrilla...
Cuando él se examina desnudo, luego de bañarse, puede ver que su piel se ve blanca como papel bond, así como también puede observar una miríada de escamas que lo cubren.
Y el problema de los dolores punzantes se ve exacerbado de noche sobretodo. Nestor no puede dormir, siente como si cada fibra de las sábanas fuera un alfiler que lo pica, siente su piel en llamas, quisiera arrancarse el cabello, la piel de sus brazos y la espalda. En su cara el dolor es particularmente intenso, se rasguña por la desesperación.
Y así, cada noche él tiene que vivir el mismo infierno, por meses. Los tratamientos antimicóticos no le surten ningún efecto; empieza a planear como poder darse un baño de agua con cloro, pero Nestor no cuenta con tina de baño en su casa.
Hasta que en una noche de insomnio más, debido al suplicio de su infección en la dermis, él se destapa en la madrugada y viendo fijamente hacia la oscuridad declara:
"Hongos, sí ustedes que me han tomado por huésped, me están haciendo la vida imposible, un infierno de hecho. Estoy seguro que algún tratamiento médico existe, que los va a destruir, y si no, de todas maneras ustedes van a ser destruidos cuando yo termine muriendo, por la falta de sueño, o si me mato.
Acordemos un pacto mutuamente benéfico para ambos, para que podamos subsistir; algo habrá que yo pueda hacer por ustedes, así como algo ustedes podrán hacer por mi.
¿Están de acuerdo que todo lo que les he dicho es la verdad y que, yo tengo la razón?"
***
A la semana siguiente, todos notan a Nestor con otro semblante, más relajado, dinámico, alegre; ha empezado a salir con una joven que conoció en una fonda, a la que fue a comer. Y lo más satisfactorio para él: ahora duerme como un bebé.
Relato origina de Carlos M. Santillán
Etiquetas:
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