Es domingo en la mañana, Alejandro se levanta generalmente temprano los fines de semana. Y debido a esto, él desayuna siempre solo.
Está comiendo un hot dog de jamón y queso amarillo. Y su mirada se fija en la jarra de agua sobre la mesa.
Es de plástico azul y está llena. Por dentro, burbujitas se pegan a la superficie de la jarra.
Alejandro comienza a pensar que debe de existir un movimiento de convección del agua, la parte inferior subiendo a la superficie y el agua en la superficie bajando al fondo.
Esto debido a que la masa de agua ejerce, incrementalmente, presión sobre las capas inferiores, nivel molecular por nivel molecular, hasta llegar al fondo.
Y esto genera un diferencial térmico, mismo que pone en marcha la convección.
Al dejar caer su brazo sobre la mesa, luego de depositar la taza de agua a un lado de su plato, Alejandro observa las ondas generadas dentro de la jarra. Estas parten de las paredes de la jarra y convergen en el centro, creando momentáneos grumos de agua.
Esto lo mueve a recordar lo que sabe de física cuántica. La materia es energía, vibraciones electromagnéticas en el vacío dan origen a las partículas subatómicas, que, en una progresiva complejidad, componen a todo lo observable.
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