domingo, 9 de agosto de 2015

BROMITA -Relato original



Don Julián, un jubilado 'joven', todos los días, temprano por la mañana camina hasta el puesto de periódicos que se encuentra sobre la avenida, para comprar el diario y leerlo mientras desayuna pellizcando su queso favorito y viendo series clásicas de televisión que el canal TCM transmite.

Su camino lo lleva a lo largo de una avenida secundaria de la colonia de clase media donde él vive, y como también todos los días al pasar frente a una bonita casa, que se encuentra en una esquina, dos plantas, pintada de amarillo y con elegante herrería, ve que otro jubilado como él se encuentra siempre barriendo la banqueta y regando las plantas y árboles, Julián comenzó a darle los buenos días, cada vez que pasaba, cosa que llevó a que en poco tiempo ya tuviesen esa falsa amistad que uno desarrolla con vecinos, conocidos en actividades deportivas y con gente en la oficina.

***

Este lunes por la mañana, Don Julián se dirige al puesto de periódicos:

"¡Hola vecino!" Don Julián saluda a su amigo cuando al pasar frente a su casa se lo encuentra de nuevo barriendo la banqueta. "Hola Julián, buenos días, ¿Cómo te va hoy?"
"Bien Mike, mi esposa ya amaneció más repuesta y alegre, han sido meses muy difíciles desde su neumonía. Como te conté la otra vez, casi se me muere".
"¡No, ni Dios lo quiera Julián! Me da gusto escuchar que tu esposa avanza en su recuperación". "¡Gracias! ¿Y tu Mike, todo bien en tu casa?"

Ante esta pregunta, Mike, con su lenguaje corporal demuestra gran preocupación, se pasa su mano derecha por la cara y luego descansa ambas manos en el palo de la escoba. Y procede a relatarle a Don Julián las malas nuevas.

"No fíjate, nos pasó algo muy malo"
"Ay, no me digas..."
"Sí caray, el viernes por la noche vino mi hijo, el mayor, Mike Jr. a contarme muy apurado que llegaron unos tipos a extorsionarlo a su planta de inyección de plásticos, la que te conté el otro día que le dejé".

"Nooo Mike, ¡que mal! lamento mucho escuchar esto. Pero ¿qué pasó, le hicieron daño?".
"Pues", Mike suelta un lamento, aspira mucosidad en su nariz, y se limpia con la parte anterior de su mano izquierda lágrimas en sus ojos, y continúa: "eran dos tipos, y hasta eso, bien vestidos, dice Mike Jr. que uno jamás sospecharía que son criminales si uno se los topara en la calle. Le dijeron que eran de la Familia Michoacana y, pues que, cada quincena iban ir por su pago de 80 mil pesos.

Los malditos le dieron detalles de donde vive, le describieron la casa, y también le dieron detalles sobre sus niñas y su esposa, ¡hasta las placas de la camioneta de ella le dieron!"

"¡Es terrible Mike! lo siento mucho, ¡en verdad! ¿Y qué hizo? ¿Qué van a hacer ustedes?" Y Mike le contesta:

"El sábado temprano, mi hijo mandó en taxi a su esposa y a las niñas a casa de los papás de ella y, hoy ya no abrió la planta, va a vender todo por medio de intermediarios. Y es que ¿de dónde va a sacar ese dinero que le piden? Es una planta pequeña con tres empleados, y desde hace años la venta de envases de plástico se cayó por completo con la entrada de productos chinos. Le había estado yendo mal en el negocio a mi Mickey, ¡y ahora esto del soborno!"


"¡Horrible! ¡Horrible! de verdad Mike..." Don Julián truena la boca, menea la cabeza mirando al piso y de verdad se conmueve por lo que su amigo le cuenta. Y Mike agrega:

"Mi hijo va a vender su casa también; viven en un condominio horizontal, con acceso restringido y vigilancia, pero dice que no quiere arriesgar a su familia".

"Pero, ¿qué, acaso piensa migrar a provincia tú hijo?, la situación en el interior del país está peor, ¡mucho peor Mike!" Y Mike le contesta:

"Su cuñado es profesor en la Universidad del Valle de México, en el plantel que está cerca de Xochimilco, y le ofreció ayudarle a que se meta a dar clases en ingeniería industrial; y ahí cerca de donde viven sus suegros acaban de poner a la venta casas en condominio horizontal también".

"Oye Mike, ¿y tu no corres peligro? ¿no temes por tú esposa?"

"No pues, estos tipos no le comentaron nada respecto a mi, acerca de que me fueran a hacer daño, pero no creas, sí estoy asustado".

"¡No. si para sustos no termina uno!"
"Así es, no hace ni cosa de que un año que acompañando a Mike Jr. a retirar seis mil pesos del cajero automático, ya cuando íbamos en el auto en las calles de la colonia detrás del banco, se nos cerró un auto, ¡así! se colocó bloqueando la calle, pero Mickey se echó en reversa, dio una vuelta de 180 grados en un garage, y nos fuimos hechos la madre..."

Y Mike todo esto lo ilustró haciendo ademanes con sus manos, imitando las maniobras de autos.

"Ay Mike, lo siento mucho, pero en fin", Julián suspira, "Te tengo que dejar, mi esposa la tengo sola en casa".

Se despiden y cada quien se dedica, el resto del día, a sus asuntos.

***

Don Julián, en su infancia fue de esos escuincles latosos, molestos, chismosos y malvados. Una vez en la secundaria, aprovechando que el salón de corte y confección estaba solo, entró y todo lo tiró al piso y puso de cabeza. Pero en su mente justificó este acto vandálico como una 'bromita'.

Y uno nunca cambia, esas características nocivas que Don Julián tuvo en su infancia aún lo acompañan.

***

Transcurrió casi una semana, para que Don Julián, debido a las atenciones constantes que su convaleciente esposa requiere, se pudiera escapar unos minutos e ir a comprar su periódico que tanto le gusta leer. Él piensa que si hubieran tenido una hija ella lo podría ayudar; como si fuera responsabilidad exclusiva de las mujeres el sacrificar su vida en aras de atender una madre enferma.

Andando por la avenida de la colonia, desde una cuadra antes puede ver que Mike se encuentra barriendo su banqueta y regando las plantas y árboles del frente de su casa, él se encuentra de espaldas respecto a Don Julián, mismo que ya está a tan solo escasos metros de distancia.

Una sonrisa malvada se esboza en el rostro de Julián, quien ahora camina sigilosamente y en su mente ya celebra la 'bromita' que le va a jugar a Mike; al tenerlo a su alcance le encaja con fuerza tres dedos en la parte baja de la espalda y fingiendo la voz grita:

"¡ARRIBA LAS MANOS!"

Como consecuencia de esto, Mike cae al piso, en posición fetal, con una mano sobre su pecho, y un gesto de terror y agonía, emitiendo un bestial gemido antes de morir de un ataque cardiaco.

Don Julián, sorprendido, con los ojos bien abiertos, voltea a su alrededor para detectar si alguien fue testigo de esto, ¡no había ni autos en la calle! Y él se marcha caminando a paso veloz de regreso a su casa.

Historia por el autor: Carlos Santillán

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