domingo, 31 de julio de 2016
viernes, 29 de julio de 2016
sábado, 23 de julio de 2016
Odiseo, parte 30
Alejandro se detiene a la orilla del Periférico, dentro del estacionamiento de un Wal Mart. Quiere experimentar, de nuevo, algo que hace varios años descubrió. La civilización, lejos de ser extraña e intrusiva sobre el mundo, es parte del ecosistema también.
Baja su ventanilla y se recuesta en su asiento, cierra los ojos. El ruido del tráfico constante, suena y ruge como el mar; un mar de caucho, acero y petróleo. La manifestación y, consecuencia, de otra forma de vida más: el hombre.
***
Sandra llega a casa de su amiga Maribel, ellas quedaron de ir hoy viernes al cine. Toca el timbre un par de veces y su amiga le abre la puerta.
"¡Sandra! Entra por favor".
"¡Hola amiga!" "¡Muac! ¡Muac!" Besos al aire sobre las mejillas.
"Sandra, espérame mientras termino de arreglarme".
"OK".
Maribel sube a su cuarto y Sandra se sienta en la sala, saca su teléfono y le echa una mirada rápida a sus mensajes. A su derecha, los únicos seis libros en el librero le causan curiosidad (las demás repisas están ocupadas por porcelanas y cristal cortado).
Se puede conocer lo desconocido de los conocidos, echándole una mirada a los libros que hay en su casa.
Sandra se siente atraída por un grueso libro de bolsillo, que por su apariencia, debe de tener varias décadas de antigüedad. "Mundo Desconocido" editado por Plaza y Janes, en España. Huele rico, a libro viejo. Lo abre al azar y, en una página, ve unas fotos, mal reproducidas y en blanco y negro, que muestran estatuillas de barro representando a dinosaurios, mismas que fueron halladas en el centro de México, según describe este libro.
Sandra, quien es atea, ya se sabe muy bien este tipo de fraude, a veces cometido sin intención:
Un extranjero o profesionista llega a un poblado. A los locales, gente pobre, les presta un servicio relacionado con su profesión (medicina, ingeniería, ortodoncia, etc.)
Los pobladores le pagan con pollos, granos, o arte prehispánico. A veces las reliquias incluyen alguna anomalía que intriga al letrado forastero y, éste le pide a los pobladores que le traigan más de estos objetos, a cambio de una remuneración.
Y así los empobrecidos pueblerinos, ven una jugosa oportunidad de lucro y se ponen a fabricar en series estas anomalías, copiándolas de revistas y libros, y terminan, muy creativamente, vendiéndole ovnis de barro, así como astronautas montando dinosaurios.
Sandra regresa el libro a su posición en el estante y, ahora toma, El Conde de Montecristo, por Alejandro Dumas. Este libro le hace recordar un asunto que se ha estado discutiendo mucho, últimamente en los medios.
Sobre la tan traída apología del delito y glorificación de los criminales, en distintos medios como corridos, telenovelas y películas. De lo que ella recuerda de El Conde de Montecristo, Edmundo Dantes se codea con piratas y bandoleros que lo ayudan a perseguir sus metas, a lo largo de la trama en la novela.
Reflejar en las distintas manifestaciones artísticas las andanzas de los criminales, es algo que se ha hecho por siglos; y el prohibir hacer esto, solo lobotomiza a la expresión artística; además que, ocultar el crimen, no lo desaparece.
Maribel baja ahora corriendo como rayo, y al verla, Sandra regresa el libro a su lugar.
"¡Ven Sandra! Le llamé a mi vecina Lore, y... se nos va a pegar, su mamá le prestó la camioneta. ¡Vamos a su casa!"
Baja su ventanilla y se recuesta en su asiento, cierra los ojos. El ruido del tráfico constante, suena y ruge como el mar; un mar de caucho, acero y petróleo. La manifestación y, consecuencia, de otra forma de vida más: el hombre.
***
Sandra llega a casa de su amiga Maribel, ellas quedaron de ir hoy viernes al cine. Toca el timbre un par de veces y su amiga le abre la puerta.
"¡Sandra! Entra por favor".
"¡Hola amiga!" "¡Muac! ¡Muac!" Besos al aire sobre las mejillas.
"Sandra, espérame mientras termino de arreglarme".
"OK".
Maribel sube a su cuarto y Sandra se sienta en la sala, saca su teléfono y le echa una mirada rápida a sus mensajes. A su derecha, los únicos seis libros en el librero le causan curiosidad (las demás repisas están ocupadas por porcelanas y cristal cortado).
Se puede conocer lo desconocido de los conocidos, echándole una mirada a los libros que hay en su casa.
Sandra se siente atraída por un grueso libro de bolsillo, que por su apariencia, debe de tener varias décadas de antigüedad. "Mundo Desconocido" editado por Plaza y Janes, en España. Huele rico, a libro viejo. Lo abre al azar y, en una página, ve unas fotos, mal reproducidas y en blanco y negro, que muestran estatuillas de barro representando a dinosaurios, mismas que fueron halladas en el centro de México, según describe este libro.
Sandra, quien es atea, ya se sabe muy bien este tipo de fraude, a veces cometido sin intención:
Un extranjero o profesionista llega a un poblado. A los locales, gente pobre, les presta un servicio relacionado con su profesión (medicina, ingeniería, ortodoncia, etc.)
Los pobladores le pagan con pollos, granos, o arte prehispánico. A veces las reliquias incluyen alguna anomalía que intriga al letrado forastero y, éste le pide a los pobladores que le traigan más de estos objetos, a cambio de una remuneración.
Y así los empobrecidos pueblerinos, ven una jugosa oportunidad de lucro y se ponen a fabricar en series estas anomalías, copiándolas de revistas y libros, y terminan, muy creativamente, vendiéndole ovnis de barro, así como astronautas montando dinosaurios.
Sandra regresa el libro a su posición en el estante y, ahora toma, El Conde de Montecristo, por Alejandro Dumas. Este libro le hace recordar un asunto que se ha estado discutiendo mucho, últimamente en los medios.
Sobre la tan traída apología del delito y glorificación de los criminales, en distintos medios como corridos, telenovelas y películas. De lo que ella recuerda de El Conde de Montecristo, Edmundo Dantes se codea con piratas y bandoleros que lo ayudan a perseguir sus metas, a lo largo de la trama en la novela.
Reflejar en las distintas manifestaciones artísticas las andanzas de los criminales, es algo que se ha hecho por siglos; y el prohibir hacer esto, solo lobotomiza a la expresión artística; además que, ocultar el crimen, no lo desaparece.
Maribel baja ahora corriendo como rayo, y al verla, Sandra regresa el libro a su lugar.
"¡Ven Sandra! Le llamé a mi vecina Lore, y... se nos va a pegar, su mamá le prestó la camioneta. ¡Vamos a su casa!"
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miércoles, 13 de julio de 2016
Odiseo parter 29
"A ver... ¡Ah! Escríbete esto:"
"No es motivo para estar triste,
no es excusa para abandonar,
los tropiezos hacen a la vida,
y las ofensas son para aprender a perdonar".
Alejandro está ayudando a Sandra, su vecina, a componer una canción para el recital del taller de clases de guitarra, al que ella asiste.
Él la encontró, por casualidad, en un pequeño jardín público, que se encuentra al final de la calle donde viven.
“Camina siempre altiva,
con la fortaleza que esto te da,
ya no volverás a ser la víctima,
porque en tu vida ahora tú eres primero".
Sentados en una jardinera, y muy próximos el uno del otro, una toca acordes y el otro improvisa una letra.
"Y así la vida te premiará,
porque ahora eres fuerte,
y siempre navegaras,
con el viento sobre tus velas".
Está atardeciendo. La fría luz del sol golpea sus rostros, de modo tal que todo alrededor de ellos se convierte en siluetas. La atmósfera se vuelve muy romántica para este par de adultos jóvenes. Ellos acercan sus rostros y, se besan.
"No es motivo para estar triste,
no es excusa para abandonar,
los tropiezos hacen a la vida,
y las ofensas son para aprender a perdonar".
Alejandro está ayudando a Sandra, su vecina, a componer una canción para el recital del taller de clases de guitarra, al que ella asiste.
Él la encontró, por casualidad, en un pequeño jardín público, que se encuentra al final de la calle donde viven.
“Camina siempre altiva,
con la fortaleza que esto te da,
ya no volverás a ser la víctima,
porque en tu vida ahora tú eres primero".
Sentados en una jardinera, y muy próximos el uno del otro, una toca acordes y el otro improvisa una letra.
"Y así la vida te premiará,
porque ahora eres fuerte,
y siempre navegaras,
con el viento sobre tus velas".
Está atardeciendo. La fría luz del sol golpea sus rostros, de modo tal que todo alrededor de ellos se convierte en siluetas. La atmósfera se vuelve muy romántica para este par de adultos jóvenes. Ellos acercan sus rostros y, se besan.
viernes, 8 de julio de 2016
Odiseo, parte 28
El fin del semestre y, de la carrera también. ¿Y ahora? ¿Qué acaso uno no planea por adelantado que hacer? Tenemos un instinto nato de poder y control, pero, al mismo tiempo, se enfrenta la vida con un temor subyacente al futuro próximo y, preferimos vivir la vida día a día, semana a semana, de año a año.
Es doloroso pensar a futuro, los amigos que hoy nos acompañan, mañana ya no estarán. Uno mismo será más viejo, más gordo. ¿Y si pensamos en nuestros seres queridos? Nuestro perro estará muerto, nuestros padres...
¿Es en verdad la vida un sufrimiento constante, donde todo solo tiende a empeorar?
Bien, ahora estás recibido, sí, el título te lo regalan, con sus planes de créditos y titulación sin tesis. En estas escuelitas privadas de lo que se trata es el estirar la mano para recibir las mensualidades de los alumnos, o del banco, de parte de los pobres idiotas que sacaron un préstamo estudiantil.
Y como René se dio cuenta al hacer el servicio social, la universidad no te prepara en nada de lo que está actualmente en uso en el mundo laboral.
Y allá afuera, no hay más que, la estúpida carrera de ratas. Trabajar de mala gana, haciendo cosas sin mayor trascendencia, pero que en ese momento pareciera se trataran de levantar otra Capilla Sixtina.
Y en el mundo laboral, ¡así! en un tronar de dedos pasas de: ser a convertirte en un: fuiste. Para prueba solo basta con voltear a ver a los despedidos.
¿Y la vida amorosa? En esta cultura de consumir y desechar, ya todo es sexo sin compromiso. Y respecto al matrimonio, la gente se casa, únicamente porque ya toca. La mayor de las veces se engendran hijos no deseados, quienes a su vez van a repetir este ciclo sin sentido.
René sale de la dirección académica, llevando documentos varios que acaba de recoger, como su acta de nacimiento, historial académico. Le gustaría tener un certificado de no adeudo de mensualidades, pero en esta escuelita el usuario es el que debe probar que no debe nada.
Le dijeron que venga en un mes para que le digan cuándo le estarían dando el título. Y luego la monserga de tener que ir a quién sabe dónde en Insurgentes Sur a hacer el trámite de la cédula profesional.
Es doloroso pensar a futuro, los amigos que hoy nos acompañan, mañana ya no estarán. Uno mismo será más viejo, más gordo. ¿Y si pensamos en nuestros seres queridos? Nuestro perro estará muerto, nuestros padres...
¿Es en verdad la vida un sufrimiento constante, donde todo solo tiende a empeorar?
Bien, ahora estás recibido, sí, el título te lo regalan, con sus planes de créditos y titulación sin tesis. En estas escuelitas privadas de lo que se trata es el estirar la mano para recibir las mensualidades de los alumnos, o del banco, de parte de los pobres idiotas que sacaron un préstamo estudiantil.
Y como René se dio cuenta al hacer el servicio social, la universidad no te prepara en nada de lo que está actualmente en uso en el mundo laboral.
Y allá afuera, no hay más que, la estúpida carrera de ratas. Trabajar de mala gana, haciendo cosas sin mayor trascendencia, pero que en ese momento pareciera se trataran de levantar otra Capilla Sixtina.
Y en el mundo laboral, ¡así! en un tronar de dedos pasas de: ser a convertirte en un: fuiste. Para prueba solo basta con voltear a ver a los despedidos.
¿Y la vida amorosa? En esta cultura de consumir y desechar, ya todo es sexo sin compromiso. Y respecto al matrimonio, la gente se casa, únicamente porque ya toca. La mayor de las veces se engendran hijos no deseados, quienes a su vez van a repetir este ciclo sin sentido.
René sale de la dirección académica, llevando documentos varios que acaba de recoger, como su acta de nacimiento, historial académico. Le gustaría tener un certificado de no adeudo de mensualidades, pero en esta escuelita el usuario es el que debe probar que no debe nada.
Le dijeron que venga en un mes para que le digan cuándo le estarían dando el título. Y luego la monserga de tener que ir a quién sabe dónde en Insurgentes Sur a hacer el trámite de la cédula profesional.
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Universidad del Valle de México
martes, 5 de julio de 2016
Odiseo, parte 27
Elena no ha podido dormir bien, la preocupación por estar a punto de reprobar tres materias, en el último semestre, le causa insomnio. Y no es que ella no se esfuerce, sino que, simplemente las cosas no se le han dado.
Su mamá le dice que no se preocupe, que disfrute su carrera, su juventud, que los años se van tan rápido que, en verdad no importa cuanto tiempo le tome concluir sus estudios.
Mañana es domingo y ella se hace el propósito de dormir tranquila y sin preocupaciones.
Sin darse cuenta se queda dormida y, su subconsciente, toma control de su cerebro, al presentarse el estado onírico.
***
La joven Valensiya es llamada a presentarse a las habitaciones de su madre, la condesa Olga Mendeleva. Al llegar a la puerta de la gran habitación ella se detiene y, solicita permiso para entrar. La condesa, acompañada de otras nobles damas, sentadas en elegantes sillones estilo Luis XV, conversan tranquilamente entre ellas, al mismo tiempo que están haciendo bordados. Alrededor de ellas, tres sirvientas uniformadas, se apresuran para rellenar las elegantes tacitas de té, de la más fina porcelana china, que están sobre las mesitas junto a ellas.
Luego de ignorarla por un buen rato, la condesa voltea a ver a Valensiya y le indica que puede pasar.
"Aquí estoy madre, ¿qué desea?"
La condesa deposita su bordado sobre sus piernas, toma su taza de té, le da un sorbo, y luego la regresa a la mesita y, finalmente le anuncia a su hija:
"Valensiya, en tres meses te vas a casar con el príncipe Andreinovich. Puedes retirarte".
***
Valensiya acude a la plaza de la ciudad, le gusta, los domingos, caminar entre la gente, ver los puestos de los vendedores callejeros y sus mercancías, así como los locales, alrededor, en las aceras de enfrente, mismos que venden los más diversos artículos, traídos de todo el mundo. Es una tarde con sol pero fresca, ella camina absorta pensando en su matrimonio con éste, para ella, desconocido príncipe Andreinovich. Su acostumbrado paseo en la plaza no la distrajo.
Así que taciturna y acongojada camina de regreso a la finca familiar, cuando, luego de un instante, nota que un hombre la sigue.
Valensiya entra a un almacén, buscando protegerse en la multitud. Entre los maniquíes, vestidos con la última moda parisina, ella mira hacia la puerta. Luego de varios minutos, sin que su acechador entrara a la tienda, ella se siente segura y luego, lo atribuye, la persecución, a su imaginación.
"¡Por Dios! El compromiso me tiene alterada y ahora hasta imagino que me persiguen".
"¡Buenas tardes! ¿Desea que se le muestre uno de los vestidos?" Una joven y atenta vendedora le ofrece.
”No gracias, solo entré a ver". Y camina de regreso a la calle.
Apenas sale del almacén cuando nota que en la acera la espera el hombre que la venía siguiendo, ella se alarma. Este hombre, mayor que ella pero de aspecto juvenil, trata de calmarla y explicarle, al mismo tiempo que hace ademanes.
"¡No! ¡no! ¡por favor no se alarme! Le ofrezca mis más sentidas disculpas por mi atrevimiento y modo tan vulgar de seguirla. Pero, es que no pude evitar el fijarme en usted, calles atrás, cuando caminaba en la plaza".
El hombre se la queda viendo con una mirada implorarante, tanto que a Valensiya le parece gracioso. El es un hombre de aspecto limpio y cultivado y, por sus ropas, parece pertenecer a la clase comerciante, ella se lo imagina atendiendo una botica o tal vez una tienda de abarrotes.
"Me llamo Vasily".
Ella ahora entusiasmada le extiende su mano:
"Y yo soy Valensiya, hija del conde Mendelev"
Vasily le besa la mano, sin retirar su mirada de los ojos de ella.
***
Un papelito envuelto en una piedra, y arrojado sobre la barda, o una piedrita arrojada contra la ventana de su habitación, son las señales de Vasily para solicitarle a Valensiya que salga a caminar y a platicar con él.
Llevan ya así cinco días viéndose. Del desconocido príncipe Andreinovich ella no ha recibido mayor información de parte de sus padres. Estos tres meses van a pasar volando y, la irrupción de Vasily en su vida es bienvenida, ella desea distraer su mente en otras cosas que no sean su boda.
Valensiya baja corriendo las amplias escaleras circulares de la mansión familiar y su madre ya la espera abajo con un rostro indignado.
"¿Se puede saber a dónde te dirijes con tanta prisa?"
"Madre, voy a la mercería a comprar un nuevo juego de hilos para bordar".
"¿Y ayer, anteayer y el día previo? una señorita no tiene nada que estar haciendo saliendo todos los días a la calle, y menos ahora que eres la prometida del príncipe Andreinovich. De este domingo al siguiente él va a venir formalmente, a solicitar tu mano".
"Madre, necesito ese juego de hilos para terminar mi nuevo estampado. Le aseguro que no me tardo".
Y Valensiya sale caminando apresuradamente y ahora preocupada por esta nueva información recibida sobre su boda arreglada.
***
"¡Ya Vasily! ¡Para! ¡No se cómo me convenciste de esta locura!"
Valensiya se sujeta con ambas manos de los bordes del pequeño bote, mientras Vasily, con un torcido sentido del humor lo sacude, Valensiya aterrorizada ya se visualiza siendo volcada al agua del pequeño lago.
"Le dije a mi madre que iba a salir solo un instante, a comprar hilos, ¡ella me va a matar por haberme escapado toda la tarde!"
"Perdóname Valensiya, a veces me comporto como si tú fueras un amigo", él toma las manos de ella entre las suyas y, la mira lleno de amor, a los ojos, ambos juntan lentamente sus rostros y finalmente se besan.
Con los ojos brillantes y una sonrisa,Vasily rema de regreso al embarcadero donde rentaron el bote.
Un grito y luego carcajadas hacen voltear a Valensiya a ver a una pareja que acaba de voltear su bote contra el agua del lago, ella regresa su mirada, a ver a Vasily y, ella adivina lo que él piensa y gravemente ella le dice:
"Ni se te ocurra..."
***
Valensiya llega corriendo a su casa y, corriendo sube las escaleras, la condesa se encuentra rodeada de nueva cuenta por otras condesas y duquesas, interrumpen su conversación ante la súbita irrupción de Valensiya. La condesa Mendeleva rompe el incómodo silencio haciendo un sonido con su garganta y cogiendo su taza de té se dirige a una joven dama:
"Bastante indignante, eso que nos comentas, respecto a la influencia que ese tal Rasputín ha ganado sobre la zarina Alejandra".
***
Valensiya se queda extrañada, que esta noche, su madre la condesa ya no la amonestó por su última escapada. Ella siente que es castigo suficiente que la hayan visto llegar, escapando hacia su habitación, el grupo de damas que acompañaban a su madre.
Lo que deben pensar de ella ahora, que ella es una, una... ¡cualquiera! por andarse escabullendo. Y ¿acaso no lo es? siendo una mujer comprometida se anda... besando con un hombre del que no sabe nada.
Se siente muy avergonzada y se echa las manos al rostro, tratando de contener las lágrimas.
Valensiya toma una decisión, dolorosa para ella pero correcta, protegerá su prestigio y honrará a la condesa y la obedecerá casándose con el príncipe Andreinovich.
Ya no verá más a Vasily, ni siquiera para despedirse de él y, mintiendo para su beneficio, le comentará, a su padre el conde Mendelev, que desde hace varios días ha visto a un hombre rondando la finca familiar y, que a veces, arroja piedras hacia el interior.
Así los sirvientes ahuyentarán a Vasily para que no vuelva jamás.
Valensiya se queda dormida, finalmente, luego de llorar bastante.
***
Los sirvientes andan apurados, limpiando la casa, los espejos, los candelabros, la cristalería. En la cocina las cocineras se esmeran en preparar la cena para esta noche muy especial. Hoy viene el príncipe Andreinovich a solicitar formalmente la mano de Valensiya.
Valensiya, está vestida solo con su corsé y, está sentada en el tocador, mirando su reflejo en la luna. Su fiel nana Irina le está cepillando su largo cabello negro.
Ella está absorta en sus pensamientos.
Piensa si el pobre Vasily estará bien, luego de que, la última vez que él vino a arrojar piedritas contra su ventana, a continuación escuchó el escándalo hecho cuando salieron el mayordomo y dos sirvientes, a corretearlo y hasta un par de balazos le tiraron.
En fin. Esta noche va a conocer a su futuro marido, y ella, va a ser su esposa, convertirse en la madre de sus hijos y, en señora de su casa y, será la anfitriona en todos los eventos importantes que organicen y, tendrá a otras esposas de ilustres caballeros, como sus amigas. Justamente como su madre y, antes de ella, su abuela y antes la madre de esta.
***
Son las siete de la tarde, abajo, ya se escucha una gran algarabía. Valensiya mira su reflejo en la luna de su tocador una vez más antes de bajar, ¡está impresionante! Hace minutos su nana Irina la ayudó a terminar de vestirse, así como a ponerse el elegante juego de collar y aretes de perla, que pertenecieron a su abuela. Así como luce, fácilmente pasaría por una de las hijas del Zar.
Un insistente toquido a su puerta la trae de vuelta de su introspección, es su nana.
"¡Niña Valensiya! ¡Niña Valensiya! ¡El príncipe Andreinovich, y sus padres ya esperan abajo en la sala! ¡Su madre ha mandado por usted!"
Valensiya respira hondo y, sale de la habitación camino de la sala, allá abajo.
***
Al ir bajando las amplias y elegantes escaleras, Valensiya, puede ver a los invitados de sus padres, distintos condes, barones y príncipes de la Rusia imperial, acompañados a su vez de sus condesas, baronesas y princesas. Entre ellos se mueven los sirvientes llevando charolas con vino y canapés.
De repente, entre ellos, se abre paso, radiante y orgulloso, su padre, el conde Mendelev.
"¡Valensiya ven!"
Avanza al pie de las escaleras y la lleva de la mano, hacia un hombre elegantemente vestido, él está de espaldas, rodeado por un grupo de nobles, quienes están muy atentos a un relato que él les narra, sobre su última experiencia militar contra unos obreros sublevados.
Su padre se aproxima ante el caballero y llamando su atención para que se voltee, él lo introduce:
"Valensiya, te presento al príncipe Vasily Andreinovich".
Cuando el príncipe voltea ella ve que se trata de Vasily, "el pobretón Vasily”, ella corre hacia él a refugiarse en su abrazo. Vasily la abraza contra él, le planta un beso en su cabeza, ella está llorando de alegría descansando contra su pecho, y ahora Vasily le pregunta:
"¿Te casarías conmigo?"
***
Un rayo de sol que entra orgulloso por la ventana, despierta a Elena y, ella despierta desubicada. Y, ahora con tristeza, se da cuenta que solo era un sueño.
Ella estaba viendo todo como una mirona entrometida en vidas ajenas, pero, había tanto de ella en Valensiya...
Su mamá le dice que no se preocupe, que disfrute su carrera, su juventud, que los años se van tan rápido que, en verdad no importa cuanto tiempo le tome concluir sus estudios.
Mañana es domingo y ella se hace el propósito de dormir tranquila y sin preocupaciones.
Sin darse cuenta se queda dormida y, su subconsciente, toma control de su cerebro, al presentarse el estado onírico.
***
La joven Valensiya es llamada a presentarse a las habitaciones de su madre, la condesa Olga Mendeleva. Al llegar a la puerta de la gran habitación ella se detiene y, solicita permiso para entrar. La condesa, acompañada de otras nobles damas, sentadas en elegantes sillones estilo Luis XV, conversan tranquilamente entre ellas, al mismo tiempo que están haciendo bordados. Alrededor de ellas, tres sirvientas uniformadas, se apresuran para rellenar las elegantes tacitas de té, de la más fina porcelana china, que están sobre las mesitas junto a ellas.
Luego de ignorarla por un buen rato, la condesa voltea a ver a Valensiya y le indica que puede pasar.
"Aquí estoy madre, ¿qué desea?"
La condesa deposita su bordado sobre sus piernas, toma su taza de té, le da un sorbo, y luego la regresa a la mesita y, finalmente le anuncia a su hija:
"Valensiya, en tres meses te vas a casar con el príncipe Andreinovich. Puedes retirarte".
***
Valensiya acude a la plaza de la ciudad, le gusta, los domingos, caminar entre la gente, ver los puestos de los vendedores callejeros y sus mercancías, así como los locales, alrededor, en las aceras de enfrente, mismos que venden los más diversos artículos, traídos de todo el mundo. Es una tarde con sol pero fresca, ella camina absorta pensando en su matrimonio con éste, para ella, desconocido príncipe Andreinovich. Su acostumbrado paseo en la plaza no la distrajo.
Así que taciturna y acongojada camina de regreso a la finca familiar, cuando, luego de un instante, nota que un hombre la sigue.
Valensiya entra a un almacén, buscando protegerse en la multitud. Entre los maniquíes, vestidos con la última moda parisina, ella mira hacia la puerta. Luego de varios minutos, sin que su acechador entrara a la tienda, ella se siente segura y luego, lo atribuye, la persecución, a su imaginación.
"¡Por Dios! El compromiso me tiene alterada y ahora hasta imagino que me persiguen".
"¡Buenas tardes! ¿Desea que se le muestre uno de los vestidos?" Una joven y atenta vendedora le ofrece.
”No gracias, solo entré a ver". Y camina de regreso a la calle.
Apenas sale del almacén cuando nota que en la acera la espera el hombre que la venía siguiendo, ella se alarma. Este hombre, mayor que ella pero de aspecto juvenil, trata de calmarla y explicarle, al mismo tiempo que hace ademanes.
"¡No! ¡no! ¡por favor no se alarme! Le ofrezca mis más sentidas disculpas por mi atrevimiento y modo tan vulgar de seguirla. Pero, es que no pude evitar el fijarme en usted, calles atrás, cuando caminaba en la plaza".
El hombre se la queda viendo con una mirada implorarante, tanto que a Valensiya le parece gracioso. El es un hombre de aspecto limpio y cultivado y, por sus ropas, parece pertenecer a la clase comerciante, ella se lo imagina atendiendo una botica o tal vez una tienda de abarrotes.
"Me llamo Vasily".
Ella ahora entusiasmada le extiende su mano:
"Y yo soy Valensiya, hija del conde Mendelev"
Vasily le besa la mano, sin retirar su mirada de los ojos de ella.
***
Un papelito envuelto en una piedra, y arrojado sobre la barda, o una piedrita arrojada contra la ventana de su habitación, son las señales de Vasily para solicitarle a Valensiya que salga a caminar y a platicar con él.
Llevan ya así cinco días viéndose. Del desconocido príncipe Andreinovich ella no ha recibido mayor información de parte de sus padres. Estos tres meses van a pasar volando y, la irrupción de Vasily en su vida es bienvenida, ella desea distraer su mente en otras cosas que no sean su boda.
Valensiya baja corriendo las amplias escaleras circulares de la mansión familiar y su madre ya la espera abajo con un rostro indignado.
"¿Se puede saber a dónde te dirijes con tanta prisa?"
"Madre, voy a la mercería a comprar un nuevo juego de hilos para bordar".
"¿Y ayer, anteayer y el día previo? una señorita no tiene nada que estar haciendo saliendo todos los días a la calle, y menos ahora que eres la prometida del príncipe Andreinovich. De este domingo al siguiente él va a venir formalmente, a solicitar tu mano".
"Madre, necesito ese juego de hilos para terminar mi nuevo estampado. Le aseguro que no me tardo".
Y Valensiya sale caminando apresuradamente y ahora preocupada por esta nueva información recibida sobre su boda arreglada.
***
"¡Ya Vasily! ¡Para! ¡No se cómo me convenciste de esta locura!"
Valensiya se sujeta con ambas manos de los bordes del pequeño bote, mientras Vasily, con un torcido sentido del humor lo sacude, Valensiya aterrorizada ya se visualiza siendo volcada al agua del pequeño lago.
"Le dije a mi madre que iba a salir solo un instante, a comprar hilos, ¡ella me va a matar por haberme escapado toda la tarde!"
"Perdóname Valensiya, a veces me comporto como si tú fueras un amigo", él toma las manos de ella entre las suyas y, la mira lleno de amor, a los ojos, ambos juntan lentamente sus rostros y finalmente se besan.
Con los ojos brillantes y una sonrisa,Vasily rema de regreso al embarcadero donde rentaron el bote.
Un grito y luego carcajadas hacen voltear a Valensiya a ver a una pareja que acaba de voltear su bote contra el agua del lago, ella regresa su mirada, a ver a Vasily y, ella adivina lo que él piensa y gravemente ella le dice:
"Ni se te ocurra..."
***
Valensiya llega corriendo a su casa y, corriendo sube las escaleras, la condesa se encuentra rodeada de nueva cuenta por otras condesas y duquesas, interrumpen su conversación ante la súbita irrupción de Valensiya. La condesa Mendeleva rompe el incómodo silencio haciendo un sonido con su garganta y cogiendo su taza de té se dirige a una joven dama:
"Bastante indignante, eso que nos comentas, respecto a la influencia que ese tal Rasputín ha ganado sobre la zarina Alejandra".
***
Valensiya se queda extrañada, que esta noche, su madre la condesa ya no la amonestó por su última escapada. Ella siente que es castigo suficiente que la hayan visto llegar, escapando hacia su habitación, el grupo de damas que acompañaban a su madre.
Lo que deben pensar de ella ahora, que ella es una, una... ¡cualquiera! por andarse escabullendo. Y ¿acaso no lo es? siendo una mujer comprometida se anda... besando con un hombre del que no sabe nada.
Se siente muy avergonzada y se echa las manos al rostro, tratando de contener las lágrimas.
Valensiya toma una decisión, dolorosa para ella pero correcta, protegerá su prestigio y honrará a la condesa y la obedecerá casándose con el príncipe Andreinovich.
Ya no verá más a Vasily, ni siquiera para despedirse de él y, mintiendo para su beneficio, le comentará, a su padre el conde Mendelev, que desde hace varios días ha visto a un hombre rondando la finca familiar y, que a veces, arroja piedras hacia el interior.
Así los sirvientes ahuyentarán a Vasily para que no vuelva jamás.
Valensiya se queda dormida, finalmente, luego de llorar bastante.
***
Los sirvientes andan apurados, limpiando la casa, los espejos, los candelabros, la cristalería. En la cocina las cocineras se esmeran en preparar la cena para esta noche muy especial. Hoy viene el príncipe Andreinovich a solicitar formalmente la mano de Valensiya.
Valensiya, está vestida solo con su corsé y, está sentada en el tocador, mirando su reflejo en la luna. Su fiel nana Irina le está cepillando su largo cabello negro.
Ella está absorta en sus pensamientos.
Piensa si el pobre Vasily estará bien, luego de que, la última vez que él vino a arrojar piedritas contra su ventana, a continuación escuchó el escándalo hecho cuando salieron el mayordomo y dos sirvientes, a corretearlo y hasta un par de balazos le tiraron.
En fin. Esta noche va a conocer a su futuro marido, y ella, va a ser su esposa, convertirse en la madre de sus hijos y, en señora de su casa y, será la anfitriona en todos los eventos importantes que organicen y, tendrá a otras esposas de ilustres caballeros, como sus amigas. Justamente como su madre y, antes de ella, su abuela y antes la madre de esta.
***
Son las siete de la tarde, abajo, ya se escucha una gran algarabía. Valensiya mira su reflejo en la luna de su tocador una vez más antes de bajar, ¡está impresionante! Hace minutos su nana Irina la ayudó a terminar de vestirse, así como a ponerse el elegante juego de collar y aretes de perla, que pertenecieron a su abuela. Así como luce, fácilmente pasaría por una de las hijas del Zar.
Un insistente toquido a su puerta la trae de vuelta de su introspección, es su nana.
"¡Niña Valensiya! ¡Niña Valensiya! ¡El príncipe Andreinovich, y sus padres ya esperan abajo en la sala! ¡Su madre ha mandado por usted!"
Valensiya respira hondo y, sale de la habitación camino de la sala, allá abajo.
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Al ir bajando las amplias y elegantes escaleras, Valensiya, puede ver a los invitados de sus padres, distintos condes, barones y príncipes de la Rusia imperial, acompañados a su vez de sus condesas, baronesas y princesas. Entre ellos se mueven los sirvientes llevando charolas con vino y canapés.
De repente, entre ellos, se abre paso, radiante y orgulloso, su padre, el conde Mendelev.
"¡Valensiya ven!"
Avanza al pie de las escaleras y la lleva de la mano, hacia un hombre elegantemente vestido, él está de espaldas, rodeado por un grupo de nobles, quienes están muy atentos a un relato que él les narra, sobre su última experiencia militar contra unos obreros sublevados.
Su padre se aproxima ante el caballero y llamando su atención para que se voltee, él lo introduce:
"Valensiya, te presento al príncipe Vasily Andreinovich".
Cuando el príncipe voltea ella ve que se trata de Vasily, "el pobretón Vasily”, ella corre hacia él a refugiarse en su abrazo. Vasily la abraza contra él, le planta un beso en su cabeza, ella está llorando de alegría descansando contra su pecho, y ahora Vasily le pregunta:
"¿Te casarías conmigo?"
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Un rayo de sol que entra orgulloso por la ventana, despierta a Elena y, ella despierta desubicada. Y, ahora con tristeza, se da cuenta que solo era un sueño.
Ella estaba viendo todo como una mirona entrometida en vidas ajenas, pero, había tanto de ella en Valensiya...
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