Como de costumbre, un profesor no llegó a la clase en la "casa abierta al viento", en esta universidad patito. Pero eso no incomoda ni molesta a nadie. Son jóvenes y ¿cómo van a desperdiciar la oportunidad de echar desmadre?
Y para variar, René es el centro de atención de los siete u ocho alumnos que sí habían llegado a tiempo a la clase. Él les está contando un relato, mismo que sin haberlo concluido aún, pero conociéndolo como es él, ya los tiene casi muertos de risa.
"El campesino alemán está totalmente confundido, una vez más le sucedió que dejó el recipiente en la repisa de la ventana y, ¡este amaneció de nuevo lleno de mantequilla!
El próximo día de mercado, él le pregunta a Oskar el leñador, a Klaus el herrero y al ministro Ernst sobre quién puede ser su misterioso benefactor.
Iba a preguntarle, también, al sastre, pero este estaba rodeado por una multitud que parecía festejarlo y, le fue imposible acercarse a él.
O benefactora, atinadamente le señala su amigo Gerhard. Y Hans, así se llama el campesino del relato, se acuerda de Helga que siempre lo ve con una sonrisa cuando ella pasa arreando sus gansos."
Memo, sentado hasta el fondo del salón de clases, con los brazos cruzados y las piernas estiradas, está viendo a René con una sonrisa burlona en el rostro, e interviene:
"Ya le pusiste mucha crema a tus tacos y alargaste la historia".
René le contesta:
"¡No interrumpas wey!".
Este intercambio es de manera amigable entre ambos.
"¿En qué estaba? ¡Ah sí!" Y René continúa:
"Gerhard le dice a Hans:
Puesto que el recipiente te es rellenado en algún momento antes del amanecer, vas a tener que hacer guardia para descubrir a tu benefactor.
Escóndete en el establo, desde ahí se puede ver hacia la ventana de tu casa, y deja la puerta entreabierta para que puedas espiar a la misteriosa persona que te regala la mantequilla."
Esa misma noche, Hans se acuesta temprano para poder madrugar y seguir los consejos de su amigo Gerhard.
Hans se despierta entusiasmado, un par de horas antes del amanecer. Se viste, se echa encima una piel y camina hasta el establo, dejando la puerta entreabierta para poder espiar.
Aún no amanece, y él ha estado a punto de quedarse dormido varias veces sentado tras la puerta del establo.
Sacude su cabeza para quitarse el sueño, cuando, escucha fuertes y secos golpes que se suceden, y Hans también puede sentir el suelo retumbar. El día ya aclara. Por el camino hacia su casa, saliendo del bosque, puede ver que se acerca ¡un gigante!
El gigante se acerca a la casa, voltea hacia la ventana, ve el recipiente en la repisa exterior de la ventana, lo toma con su pulgar e índice de la mano izquierda, se lo lleva a la cara hasta la altura de la nariz, y con la mano derecha, se exprime una gigantesca espinilla, llenando con esta el recipiente, mismo que regresa a la ventana; luego el gigante se da la vuelta y desaparece por donde vino.
Hans, impactado apenas y puede salir corriendo del establo, cuando vomita apenas afuera de éste."
"¡QUE ASQUEROSO!" Le dicen sus compañeros a René.
Memo golpea las palmas de sus manos y luego suelta una carcajada.
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