"Yo jamás iría de campamento, ¡que porquería! ¿Dónde haces del baño? ¡Ahí en un hoyo en el lodo!
Soy muy recatado y pulcro en mi higiene. ¡No! Eso no es para mi".
René sonríe al escuchar esto comentado por uno de los jóvenes sentados detrás de él, en el microbús.
"Yo no tengo nada de que avergonzarme, es Mara la que no va a saber ni dónde meter la cara en cuanto me vea llegar a la boda. ¡Claro! ¡Si tiene vergüenza! Que no tiene, porque si tuviera, ni se aparecería después de lo que hizo".
Es una joven señora, de pié junto a René, hablando con una amiga al teléfono. Él supone ella está haciendo referencia a alguna infidelidad con el esposo de ella.
No es que René hoy haya amanecido chismoso pero, es imposible no escuchar lo que la gente habla en el transporte público.
"Cuando eso me pase, ¡voy a dar brincos de alegría!" Ahora una adolescente le comenta a una señora, ambas sentadas en la gran banca del lado derecho, y la joven continúa:
"Sí no soy inconsciente, todo lo planeamos y tomamos nuestros cuidados".
Algo críptica esta charla pero a René le permite adivinar que la joven se refiere a que ya tiene sexo con su novio.
En los asientos frente a René, un hombre le comenta a otro:
"Los idiotas del Seguro le pusieron la cinta adhesiva ¡directamente sobre la úlcera de la pierna a la pobre viejita!"
"¿No me digas?"
"Sí, mi pobre madre daba unos gritos cuando se la quitaron, con piel, costra...".
René siente escalofríos al escuchar esto tan desagradable.
Su vecino de asiento va ocupado leyendo un libro sobre programación C:
$ gcc programa.c -o programa
A René le gusta la programación tambien, así como los comandos de Unix.
Ahora en un semáforo, sube uno de estos curiosos personajes que van entregando paletas de caramelo con una nota engrapadas:
'Soy mudo y solo me sostengo de la ayuda de la gente'.
Esta maña para mendigar dinero, al menos, no es agresiva como la práctica de los tipos que suben vendiendo tontería y media, pero que literalmente amenazan que uno los ayude ¡para no verse obligados a robar!
Pero los que se llevan el trofeo a la molestia, son los que se suben a tocar, ya sea con una guitarra o, los nacos con sus tambores africanos.
René nota la próxima parada donde debe bajarse para, desde ahí, caminar hasta la universidad. Es un largo trayecto a pie, pero a él le gusta caminarlo, en vez de tomar otro microbús, porque le distrae el ir caminando, viendo las casas, jardines, el escuchar a los gorriones y, en la cuadra previa a la universidad, ver las tiendas del centro comercial.
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