Alejandro se halla en la biblioteca, acompañado de Carmen, compañera de clases. Él le está comentando sobre lo mal que le caen los metiches.
"Un metiche es como un depredador, listo para saltarte encima a la más mínima oportunidad. Por ejemplo, si te pones una sudadera al revés, tú te das cuenta de inmediato al sentirla incómoda contra tu cuello.
Pero si un metiche presencia esto, él luego luego te dice: te la pusiste volteada, ¡quítatela!"
Carmen se ríe por los gestos y ademanes que Alejandro hace al narrar esto.
Ella le contesta:
"Sí, yo también he tenido malas experiencias con los metiches. Estoy haciendo el servicio social en Telmex y mi jefe me puso a programar reportes en ABAP".
Alejandro exclama:
"¡Oye que interesante!"
Y Carmen continúa:
"Sí en verdad, ya ves que aquí nos estaban enseñando ¡Pascal! en primer semestre".
"Sí hombre, ¡ya ni la joden! pinche escuelita chafa..."
"Bueno, y como precisamente aquí en la UVM no nos enseñan nada de lo que en el mundo laboral está en uso, pues al principio tuve muchos problemas para entenderle al ABAP.
Y una señora que es muy inteligente, la ingeniera Olmos, se dio cuenta que mi jefe me dijo que si no podía me acercara a cualquiera de los desarrolladores, que todos son muy buena gente y atentos.
Y ella me llamó y me empezó a explicar.
Y desde entonces, ante cualquier duda, voy y le pregunto a la ingeniera Olmos. No me lleva ni dos minutos cada pregunta.
Pero hay una vieja huevona, la licenciada Delia, ni siquiera es de sistemas, es del cuarto piso, de contratos y servicios. Se la pasa todo el día chismeando con las secretarias de ahí de sistemas. Y esta vieja metiche se dio cuenta de mis constantes preguntas a la ingeniera Olmos.
Y la tal Delia se me acercó y me dijo que no era correcto que le estuviera quitando su tiempo a la ingeniera.
¿Puedes creerlo? decirme eso ella que se la pasa de chismosa tantas horas...
Y también me dijo que si no podía con la programación que, debería ir al Sanborn's y comprarme un libro de ABAP. Y luego la metiche me preguntó que si podía hacerme una crítica constructiva.
Yo le contesté que no y que me estaba quitando el tiempo".
"¡Tómala!" Exclama Alejandro. Y Carmen continúa:
"La tal Delia hizo una cara de sorpresa, con la boca abierta, y cuando se iba me dijo que era una grosera".
"¡Que bueno! que la corriste." Le dice Alejandro, y luego agrega:
"Pero, ¿qué me dices cuando uno es el metiche?"
"Sí, supongo uno lo hace todo el tiempo y, ni cuenta se da".
"Así es Carmen. A mi papá le pasó hace varios meses. Él estaba en las carnes frías, en el súper, y la señorita que lo atendía le dio una rebanada de jamón como muestra.
En un carro del súper, cercano a él, estaba sentado un niño, y mi papá le va a dar un trozo de la rebanada, cuando la mamá de este interviene bruscamente, ordenándole a mi papá que no lo haga.
Supongo eran judíos y el niño ¡se iba a volver cenizas si lo comía el jamón!"
Carmen se ríe ante esta ocurrencia.
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