jueves, 30 de abril de 2015

The Graduate - Mrs. Robinson Music Video

Willy Wonka & The Chocolate Factory (1971) - The Candyman Song - Sammy D...



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domingo, 26 de abril de 2015

Asesinato de Carácter



Es el primer día de trabajo de Mirna en la empresa: “Brillo Natural”, resulta que ella estaba desempleada y con mucho tiempo libre y, un día recogió el periódico “Voces”, un periódico gratuito catorcenal sobre anuncios clasificados, que pasan a arrojar a las casas de la colonia donde vive y, ella leyó que solicitaban capturistas en esta empresa de suplementos alimenticios, o sea “productos milagro.”

Mirna tiene conocimiento de primera mano sobre estos productos,y bien sabe que están lejos de ser un fraude, ya que su papá hace años tuvo una infección en la próstata que le provocó inflamación, micción continua y sangrado y él, viendo que la medicina recetada en el hospital estatal solo le reducía los síntomas sin curarlo, se le ocurrió preguntarle a una vecina, que él sabía se dedica a vender estos productos milagros, le preguntó si no tenía nada para la próstata y ella le recomendó el suplemento PX. Lo empezó a tomar y antes de dos semanas estaba totalmente curado.

Ahora Mirna reflexionó sobre algo que, coincidentalmente respecto a la empresa “Brillo Natural, su papá le comento, molesto contra el gobierno, tan solo hace unos días:

”La industria farmaceútica nos quiere clientes cautivos de sus medicinas paliativas que solo mantienen la enfermedad sin curarla. Tomé el PX para curarme de aquella infección en la próstata que tuve, y luego lo consumí por años para alejar problemas, para asegurar que la infección no regresara. Pero desagradablemente me encuentro que en el centro de distribución de Brillo Natural a donde acudía a comprarlo, me comunican que la Secretaría de Salud ha retirado este producto del mercado y lo califica de "producto milagro." ¿Puedes creerlo?”

Y al respecto Mirna le contestó:

“¡Ajá! La mafia farmaceútica local de seguro cabildeó para eliminar este suplemento por hacerles competencia y que uno acuda a sus medicamentos de miles de pesos de costo.”

“Sí de seguro es así”, él le contesta, y continúa:

“Y si los productos milagros solo curan por autosugestión, ¿por qué no les enseñan a los médicos métodos de autosugestión que el paciente pueda aprender, que adopte, para curarse?

“Porque el negocio está en la venta de farmacos caros y que muchas veces tienen efectos secundarios negativos.” Mirna le contesta y su papá asiente manifestando su coincidencia de opinión.

***

Mirna se encuentra en el interior de un cubículo, donde fue recibida por la subgerente de comercialización. A través de los grandes paneles de cristal entra la brillante luz del Sol, que ilumina un mediodía muy contaminado en Distrito Federal

“Mirna, ven para presentarte al grupo.” Le pide su jefa, una joven mujer apenas unos años mayor que ella.

“¡Hey atención!” Carmen, la jefa, obtiene la atención del grupo, unos se echan para atrás en sus sillones y otros se ponen de pie dentro de sus cubículos.

“Mirna se va a incorporar a nuestro equipo de trabajo y nos va ayudar con la captura de documentos. Y a veces con la captura de bases de información también.” Y continúa:

“Mirna, todos aquí somos nuy buena onda y vas a ver como pronto te vas a sentir parte de nuestra familia, después de todo aquí pasamos más horas que en nuestras casas. Y lo que se te ofrezca, no dudes en pedírselo a cualquiera de los muchachos.”

Y todos por atención se acercan a Mirna a saludarla, las chicas con saludo de beso tronado en el aire, y otros solo le dan la mano antes de regresar como autómatas a su trabajo.

A continuación Carmen le indica que cubículo va a ocupar. Podemos ver como le da una serie de indicaciones a Mirna, mientras ella, pasa un dedo por el polvo acumulado en el cubículo, acomoda su bolsa, y se sienta para encender su computadora.

Todo este intercambio, un joven que no se presentó con Mirna, lo ve, subrepticiamente, a unos cuatro cubículos de distancia y, enajenado con ella, Luis Gutiérrez, el nombre del joven, piensa que ella le parece muy bella persona.

***

Unos cuantos días después, un jueves por la mañana en las oficinas de Brillo Natural, Mirna mandó a imprimir un listado de productos, tarea que le fue solicitada por Carmen, pero el archivo simplemente no se imprime, la gran impresora solo se escucha trabajar, se iluminan sus entrañas, hace su característico timbre pero ¡no imprime nada! Ella ya checó la bandeja alimentadora de papél, el indicador del tóner, pero al considerar que todo está bién con la impresora esta situación solo la frustra.

Luis al notarla como ella está batallando, decide aproximarse para ayudarla, él piensa que de seguro hay un problema con la cola de impresión de documentos. No sin nerviosismo, se acerca a Mirna pero cuando está a punto de hablarle, Magali, una de las compañeras, como salida de la nada le dice a Mirna:

“Apriétale el botón Start y borra tu cola de impresión y manda de nuevo el archivo, ¡ah! y él es 'Gutierritos, es inofensivo no le hagas caso.'” Dice ella con una amplia sonrisa burlona.

Magali aprieta el botón Start, e igual como llegó, se fue, un auténtico tornado esta alegre joven; y Mirna regresa a su cubículo sin siquiera haberlo volteado a ver a Luis

***

Un par de meses después, es la convención de la empresa. Esta se lleva a cabo en el Centro de Convenciones del Banco Nacional. Esta es una instalación enorme, con docenas de salas, tres niveles de estacionamiento. En el atrio donde está la recepción, hay terminales para que uno consulte a dónde dirigirse.

Aquellos que no lo hacen así, pagan su omisión caminando hasta quince minutos si no es que más.

Luis, como es lo normal en él, llegó solo, y al registrarse le dieron un kit que consiste en una bolsita de nylon con un paquete de hilos, agujas, un jaboncito. Pero además, a él por ser “caballero”, le dieron un reloj, que aunque obviamente barato, sí luce bastante “caro”. Es hecho en color negro, pulsera de falsa piel y, analógico.

Él de inmediato piensa que va a hacer con éste, y eso lo ¡llena de emoción!

Mientras tanto, en el Salón Azul, se encuentran ya Mirna, Magali, y un par de compañeras, pertenecientes al área de contabilidad, escuchando una de las historias de Antonio, un compañero que presume de ser todo un conquistador, y por lo tanto se comporta con la arrogancia natural que ese tipo de hombres manifiesta.

“Si yo voy caminando por la calle con un papel en la mano y...” ¡Ni modos que por las paredes!” “Ah que graciosa Magali... Déjame continuar, antes de que pierda el hilo.” “Nos dieron un kit con una cajita de hilos...” Ella burlonamente lo interrumpe de nuevo.
“¡Magali! ¿Me dejas continuar?” Su enojo es falso y parte de la camaradería de ellos, “bueno como decia, si voy POR LA CALLE, y me encuentro un bote de basura que diga 'Basura Orgánica', ¡No lo voy a depositar ahí! Por que de eso se trata, de amaestrarnos, ¡de hacer un acto reflejo el separar la basura!
“Los papeles se depositan en la basura inorgánica ¿No?” Magali dice dirigiéndose a todos. “¿Ves?” Antonio le contesta, “aparte es confusa esta programación. El papel se obtiene de los árboles, por lo tanto es un desperdicio orgánico.” Ante lo cual, Mirna solo agrega, “¡Ey! Ya estoy confundida. Total cuando los de la basura se llevan los botes todo lo revuelven porque rompen las bolsas dentro del camión buscando separar los desperdicios que ellos luego llevan a vender.”
“Sí, puro adoctrinamiento verde que me enoja.” Dice Antonio haciendo un ademán de desprecio.

Y como también es otra de las características de Luis, él todo esto lo está viendo y escuchando apartado de ellos, sin integrarse al grupo.

***

Estas convenciones son muy cansadas, consumen cerca de diez horas, a lo largo de dos o tres días, al final de las mismas, lo que todos ya desean, es irse a sus casas a descansar, pero esta tiene la desventaja de haber concluido en domingo, y a las ocho de la noche.



Afuera del Salón Azul, mezclados los asistentes a la convención de Brillo Natural con los asistentes a un abierto de Taekwondo, que salen de otro de los salones, ya forman una multitud. Mirna se encuentra parada justo en medio de ésta, esperando a Magali que le dijo que iba ir rápido al tocador antes de irse juntas en el auto de ella. Mirna se queda pensando que le agradece mucho la oferta del “ride” a Magali, irse a esta hora en transporte público ya es peligroso.

Luis la estuvo vigilando al final de las actividades, y la siguió con la vista a Mirna hasta que ella se quedó sola en medio del gentío.

Mirna miraba ya desesperada su reloj de pulsera, ante la tardanza de Magali, y es cuando Luis se le acerca llevando en sus mano la caja del reloj que le obsequiaron como asistente a la convención.

“Hola, Mirna,” su voz débil y nerviosa, “quiero darte esto.”

Mirna, no puede disimular su cara de rechazo y piensa que, qué es lo que quiere “Gutierritos.” Instintivamente estira su mano para alcanzar la caja del reloj, pero de último momento no lo toma, es como si Luis le estuviera ofreciendo una cucaracha muerta.

En ese preciso momento llega Magali, que prácticamente sin voltear a verlo dice:

“Adios Gutierritos.” Mientras se lleva, empujandola amablemente por el hombro, a Mirna.

Luis se queda parado viendo como se aleja Mirna.

sábado, 25 de abril de 2015

22 Evidences That Confirm We're Living In The Future

World Record - Mount Everest AS350 B3 landing







On May 14th, 2005 at 7h08 (local time), a serial Ecureuil/AStar AS350 B3 piloted by the Airbus Helicopters X-test pilot Didier Delsalle, landed at 8,850 meters (29,035ft) on the top of the Mount Everest (Kingdom of Nepal).

viernes, 24 de abril de 2015

The Cart Ruts, Carved Stone Path and Girna at Ta' Cenc in Gozo

"UFO" FOOTPRINT IN MALTA?



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miércoles, 22 de abril de 2015

Star Wars VII The Force Awakens: Sneak Peek

Lady Catches Glimpse of Other Realities and Dimensions on Film



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martes, 21 de abril de 2015

5 Best Moments From Star Wars Celebration Panel



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domingo, 19 de abril de 2015

ADOLF HITLER's Triumph of the Will (1935, 720p) - German w/ Eng Subtitles



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sábado, 18 de abril de 2015

AKHENATON: The Rebel Pharaoh (ANCIENT EGYPT HISTORY DOCUMENTARY)

The Original Sphinx ~ Anubis



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jueves, 16 de abril de 2015

miércoles, 15 de abril de 2015

Extracto de las memorias de Gerhard Hohmann: "Los Lobatos"

Desde el momento en que entraron esa gente nueva al pueblo, casi todo mundo sentimos que algo estaba fuera de lo normal. Supongo que, en realidad, nadie pudiera haber dicho a ciencia cierta qué era lo que nos hizo sentir o pensar que las cosas no estaban como debieran estar, que estaban fuera de lo acostumbrado, o cuál pudiera ser la razón para que tuviéramos un presentimiento muy desagradable, como un presagio aterrador.

Prácticamente lo único diferente acerca de esa gente era que solamente unos ocho o diez hombres llevaban uniforme, todos de soldados rasos, mientras los demás, alrededor de unas treinta personas, estaban vestidos de civiles. A pesar de esa apariencia exterior de ser no combatientes, todos estaban armados hasta los dientes con dagas, bayonetas, pistolas de diversos calibres, y cada uno llevaba colgada de hombro o cuello a una metralleta Schmeisser. Lo peor de su apariencia visible, sin embargo, era aquella expresión cínica y de un desprecio abismal, que jamás dejó sus rostros crueles y duros.

La gran mayoría de ellos hablaba alemán, y era como si fueran alemanes nativos, oriundos de los estados alemanes vecinos de Schwaben, Baden o Würtemberg, mientras nosotros nos encontrábamos en el estado de Bayern, o sea, de Bavaria. Hasta entre ellos mismos se comunicaban en alemán, empleando en el proceso a muchos modismos e idiosincracias del alemán típico, en vez de hablar inglés, como habría de suponerse. Otro aspecto curioso era que esos civiles siempre se mantuvieron algo separados de los hombres uniformados, y que con ellos sí hablaban inglés, nunca alemán.

El jefe de toda esa pandilla, cuyo nombre y rango jamás conocimos, todavía relativamente joven, quizás de unos veinticinco años de edad, era un hombrecillo de mediana estatura, y muy delgado, para no decir flaco. Tenía una cara que parecía haber sido esculpida por un Danté, pero con un hacha y de madera dura, jamás se movía, ni mostraba emoción. Siempre parecía llevar una máscara, lease expresión, cínica y miserable, como a punto de vomitar, o por lo menos escupir.

Con todo mundo, incluyendo en ello a sus propios hombres, se comunicaba solamente a base de gritos desafinados, como si estuviera sufriendo bajo un constante dolor incontenible, o como si continuamente estuviera regañando a la gente con quienes hablaba. Los Lobatos le tuvimos miedo desde el primer momento que lo vimos, o mejor dicho, no era miedo lo que sentimos ante él, sino pavor. A pesar de aquellas sensaciones desagradables, específicamente en el área del plexo solar, acordamos todos que, si ese jefazo insistía en buscarse problemas, particularmente en lo concerniente a nosotros, estuviéramos dispuestos a ayudarlos y con todo gusto podríamos asegurar que los hallara bien pronto.

Apenas dos días después de que tomamos esa determinación, o sea, cinco días después de la salida de nuestros amigos, y el arribo de esa pandilla, más o menos a las dos de la tarde del día dos de agosto, esos canallas entraron en todas las casas, abriendo las puertas a patadas, o a golpes de las culatas de sus armas. Toda persona encontrada, ancianos, mujeres, y niños, fueron llevados al mercado, en el centro del pueblo, a punto de bayoneta calada. Cuando por alguna razón alguien se caía, lo hacían levantarse por medio de puntapiés. Por supuesto todo mundo tuvo mucho miedo, o por lo menos se encontraba sumamente nervioso. Ese tipo de tratamiento llevaba presagios muy siniestros.

Cuando mi familia y yo llegamos al área del mercado ya se hallaba mucha gente ahí y el número aumentaba con cada minuto. Por ninguna parte pudimos ver a los soldados uniformados mientras nos amontonaron en un área relativamente pequeña, detrás de dos camiones. En la parte trasera de uno de esos vehículos vimos al jefazo, caminando y paseándose de un lado a otro como un tigre en una jaula. En una mano llevaba un delgado bastón con el cual de vez en cuando pegaba salvajemente a cualquier cosa que se le encontraba en frente.

Al fin uno de sus hombres se le acercó para reportarle que todo mundo ya estaba presente.

Con los movimientos de un muñeco de madera, y con una carota para espantarse, dió vuelta para mirarnos unos momentos con un gesto de disgusto total. Al fin comenzó a hablar de una manera que nos hizo pensar que estaba loco de remate. Nos dijo que éramos la hez más sucia bajo el sol y que ni siquiera se nos debería de considerar como pertenecientes a la humanidad, simplemente porque éramos alemanes, y por la sencilla razón que él sentía que nos lo merecíamos. Además, gritaba, se había propuesto limpiar la cara de la tierra de nuestros cadáveres viles y hediondos, cosa que había jurado ante todos los demonios, y así lo iba a hacer cuando se le diera la gana.

"¡Ustedes opusieron resistencia armada a la invasión pacífica del pueblo americano!" Se babeaba sobre la camisa al gritar. "¡Ustedes mataron y mutilaron a los pobres e indefensos jovenes soldados, la flor y nata de la población americana, que vinieron con los brazos abiertos para liberarlos y traerles paz! ¡Animales que son! ¡Bestias! Me lo van a pagar muy caro y con mucho interés. Los voy a hacer querer morir sin que puedan lograrlo. Me pagarán sus bestialidades como se merecen unos animales estúpidos y apestosos, tal y como lo son. Los voy a hacer sufrir como nadie ha sufrido en la historia de la humanidad. Aquí estableceremos un ejemplo claro y glorioso de lo que se debe hacer con la clase de bestias que son."

Nos maldecía y condenaba algún tiempo más.

Nos hizo pedazos hasta que comenzamos a pensar que todo aquello era únicamente una broma pesada. Al rato alguna gente empezó a reirse a carcajadas.

Dios mío, como se enfureció. A una señal suya sus hombres seleccionaron a toda la gente que se estaban riendo abiertamente. A jalones y empujones los alinearon frente a él, delante de nosotros. Eran quince, los seleccionados, trece viejitos y dos mujeres jovenes.

El jefazo se bajó del camión prácticamente escupiendo espuma de rabia. Faltaba poco para que se cayera de espaldas a causa de su salto y de su furia. Eso nuevamente provocó risas. Con los brincos de un demente se acercó a los seleccionados mientras desenfundaba su arma.

"¿Por qué?" su voz se quebraba en un chillido de furia desenfrenada. "¿Por qué? ¿Por qué se están riendo de mi? ¡Cerdos! ¡Viles y sucios cerdos! ¡Puercos alemanes! " "¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?"

Ese último ¿Por qué? Sonó como el chillido de un puerco dolido. Encogido como un animal salvaje, listo para atacar a su presa, se acercó a un señor que todavía estaba riéndose. Me di cuenta que era Herr Schmitz. El jefazo saltaba de una manera que parecía improbable, primero únicamente de lado a lado, pero al fin dió un brinco enorme hacia su adversario como si quisiera atacarlo físicamente, con la cabeza encogida entre los hombros como una auténtica bestia salvaje. Con la mueca de un loco se paró a unos seguros dos metros de distancia frente al anciano, para preguntarle a gritos:

"¿Por qué, cerdo, por qué te estás riendo de mi?"

En voz alta, y sin temor alguno, el anciano le contestó:

"Te estás comportando como un idiota, sin sentido o lógica, y eso frente a toda la gente. En vez de impresionarlos como debieras, solamente estás haciendo el ridículo. ¿No tienes vergüenza alguna? Además, con respecto a eso del cerdo, me pregunto quién de veras lo es."

Durante algunos momentos se me hizo como si el otro explotara en cualquier momento. Su cara, su cuello, todo se hinchaba y enrojecía en forma alarmante. La expresión de su cara era la de un niño idiota, con baba cayéndosele de la boca. Lentamente, como si pesara mucho, levantó el arma, le apuntó al valeroso viejito directamente entre los ojos, y cuando aquél ni siquiera se movió, le disparó en plena cara.

Antes de que el cadáver del valeroso anciano terminara de derrumbarse, su asesino había expirado también. Max, quien se encontraba un poco detrás y hacia un lado del señor Schmitz, emprendió carrera cuando aquella bestia levantó su arma, y con un salto enorme lo alcanzó con una patada en el cuello, demasiado tarde para poder evitar el asesinato, pero justamente a tiempo para que ese animal pudiera elevar la vista desde donde caía su víctima. Sus ojos malévolos se abrieron de terror al ver lo que venía hacia él, y entonces el pie de Max se le incrustó algo a un lado, y debajo del mentón. Su cabeza resultó sacudida hacia atrás como si fuera a desprenderse completamente del cuerpo. Cuando se desplomó tenía la cara torcida hacia atrás, casi hasta la espalda.

Desgraciadamente Max no logró sobrevivir a su acto justiciero por más de una fracción de segundo. Uno de los compinches, o guardaespaldas, del jefazo eliminado, levantó su rifle con la bayoneta calada en lo que probablemente era solo un reflejo defensivo. Con el ímpetu de su salto Max se lo clavó en pleno plexo solar, con la punta emergiéndole por la espalda.

En menos de un minuto más todo el área del mercado se había convertido en un verdadero infierno. Mucha gente, sin importarles que los integrantes de esa pandilla estuvieran armados y ellos no, los atacaron con puños, puntapies y a pedradas. Les quitaron las armas para usarlas entonces en contra de los demás. Aunque muchos murieron en el ataque inicial, sobraron los suficientes para que, con una furia incontenible y aterradora a la vez, los abrumaran, los abatieran, y los mataran literalmente despedazándolos o desmembrándolos.

En no más de cinco o seis minutos todo ya había terminado. Los gritos espeluznantes de odio y angustia, de terror y dolor, comenzaron a desvanecerse. El mercado parecía un enorme matadero, un terrible campo de batalla donde no se había pedido ni concedido cuartel o perdón.

lunes, 13 de abril de 2015

RIP Günter Grass, scene from the movie adaptation to: The Tin Drum



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Apollo 13 Part 6 CBS News Special Report of Flight Malfunction

Apollo 13 Part 1 Evening News Reports



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domingo, 12 de abril de 2015

The REAL Story of Elenin and NASAs Astonishing Visit to Vesta by Richard...



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viernes, 10 de abril de 2015

BACK TO THE FUTURE 9-11 prediction !!! [Illuminati Conspiracy]



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Cazadores de Tesoros (relato original por Carlos Santillán)



Una bola de luz, de cuatro metros de diámetro se forma en el sótano de la casa victoriana, ahora, un trueno, debido al aire desplazado y la materialización del objeto que pasa a ocupar espacio en este tiempo.

Edmund, se encuentra ocupado empacando distintos artículos en la primera planta, como: relojes, lámparas, planchas, jarras, porcelanas; y al percibir la aparición y el posterior trueno, solo lo escucha por un instante antes de volver a su labor. Eso debido a la familiaridad con el proceso de traslocación que efectúa el vehículo temporal.

El vehículo temporal, que en cualquier calle del siglo XXI sería confundido con un auto compacto, ahora emite los silbidos propios de su ajuste a la temperatura del ambiente local. El viaje por el espacio de Planck lo enfría hasta el cero absoluto.

“Aún faltan 15 minutos para que Matthew pueda abandonar el vehículo.” Se dice Edmund a sí mismo al beber de su té y echarle una mirada al reloj de péndulo colgado en la pared.

Transcurrido ese lapso, finalmente se abre la puerta del vehículo temporal, con un silbido de escape de aire. Edmund ya se encuentra en el sótano para recibir a su socio y amigo.

“¡Hola Edmund! Hace más de un siglo que no te veía” “En cambio yo ne te veía desde el viernes, increible que teniendo una máquina del tiempo, me hagas trabajar como negro todo el fin de semana, recibiendo y empacando cosas.” “¡Edmund viejo! ¡No te quejes! Recuerda las maravillosas vacaciones a las que te he mandado. Mira lo que tengo aquí para ti...”

Matthew sacude en el aire un portafolios de aluminio, se acerca a la mesa de trabajo, pone las combinaciones para abrir cada cerradura y al abrirlo, el brillo de docenas de barras de oro, de una onza cada una, ilumina la cara de Edmund, o más bien el brillo es el resultado de la felicidad que esta vista le produce y el reconocer que su trabajo sí rinde muy buenos frutos.

“¡Nuestra operación es todo un éxito!”, Expresa muy animado Matthew y continúa: “En el siglo XXI hay una verdadera locura por la compra de antiguedades, y prácticamente pagan su precio en oro.”

Pero Edmund lo interrumpe al decirle: “¡Eso me lo dices siempre que nos vemos! ¿Por qué lo olvidas Matthew?”

Y Matthew se lo queda viendo y en su gesto se dibuja un gesto que manifiesta el torrente de palabras que fueron interrumpidas, se da media vuelta y continúa luego de olvidar que es lo que le iba a contar a su socio Edmund:

“Por cierto, un cliente me ha encargado bicicletas de esas de rueda gigante al frente, está dispuesto a pagar bastante por ellas.”

“Se llaman Penny-farthing... y ya no se consiguen tan fácilmente, recuerda que en mi tiempo también hay pasado y...”

“¡Lo que sea Edmund! Ah y unas jarras de leche que sean de cobre, son para otro cliente.”



***

Siete años atrás Matthew Smith comunicaba a sus superiores en el Instituto de Física Avanzada de California el descubrimiento de una ecuación que permitía abrir un agujero cuántico con el diámetro y la duración suficiente para que un cuerpo grande pudiese atravesarlo. Esta ecuación también arroja que el agujero de gusano se retroalimenta de la misma energía del espacio de Planck, evitando así el axioma que dice: “no hay lunches grátis en el universo.” Él se imaginaba que en un par de años a lo mucho estaría en Oslo recibiendo el Premio Nóbel de Física de manos del rey de Noruega.

Pero se encontró con la insalvable muralla de envidias de colegas y la resistencia del establishment a ver retado su dogma y teorías. Luego de un desagradable altercado con el director del Instituto ocasionado por un reclamo a la falta de apoyo a sus investigaciones (en el que mucho tuvo que ver que Matthew estaba empezando a salir con la hija de él) el pobre Matthew se encontró expulsado del mismo y en la calle. No le permitieron recuperar ningún documento, ni información, referente a su trabajo, mismos que prontamente fueron enterrados en lo más profundo de los archivos como propiedad intelectual del Instituto.

Ante el prospecto de terminar dando clases de física o matemáticas a adolescentes llenos de hormonas en una escuela de mediana categoría él prefirió ponerse a depurar y a perfeccionar sus ecuaciones; y en un par de años, en el garage de la vieja casa de su madre, generó un agujero de gusano que le permitió mandar un pequeño robot hecho con Legos y dotado de una cámara.

Matthew esperaba que el pequeño robot le mandara imágenes del espacio profundo o de (en una gigantesta casualidad debido a ser el Universo en su mayor parte espacio vacío) un mundo extraterrestre orbitando un sistema trinario.

Pero él se sorprendió al ver que recibía imágenes del mismo garage pero de décadas atrás, ahí estaba el querido Toyota de su madre y la bicicleta roja de él.

Y así fue que descubrió que su ecuación significaba el descubrimiento del viaje en el tiempo hacia el pasado.

Pronto ideó como hacer un diablito y colgarse así del suministro eléctrico público (los recibos de la luz empezaron a llegar por montos escandalosos y él tuvo que, dolorosamente, desembolsar importantes sumas.) Y esto para la siguiente etapa de su proyecto, y una muy personal: Recuperar esa bicicleta roja que tanto quiso y que un día simplemente desapareció.

Con emoción Matthew se dió cuenta que él mismo había sido la causa de la desaparición de su bicicleta en su infancia.

Así que tras varios días de prueba y error, abrió un agujero de gusano lo suficientemente grande, tal y como sus ecuaciones predecían, para que pasara su bicicleta a través del mismo. Matthew se enfundó en un traje de bombero (para soportar las temperaturas del cero absoluto en las dimensión de Planck) y con un par de largos postes dotados de garfios jaló la bicicleta a su tiempo presente.

Como un gesto para alegrar a su versión pasada de si mismo, lanzó después un bolso de cuero con cincuenta dólares en cambio. Pero él se intrigó porque no recordaba haber jamás encontrado ese dinero. Tal vez su madre fue quien los descubrió y se los quedó.

Y ese día Matthew se sintió muy orgulloso y realizado, como si fuése un pescador después de capturar un gigantesco pez espada.

Sucedió que, meses después de su exitosa operación de recuperación de la bicicleta, Matthew organizó una reunión en su casa con sus compañeros profesores del liceo donde él impartía clases a adolescentes llenos de hormonas, entre las cervezas, el barbecue y el partido de fútbol americano en la televisión, uno de sus colegas notó la bicicleta recargada contra la pared al fondo de garage.

Su colega primero le comentó que él en su infancia también había tenido el mismo modelo de bicicleta, y luego éste le rogó para que se la vendiera. Matthew pudo notar que su colega estaba fascinado ante el 'excelente estado de conservación' a pesar de las décadas transcurridas.

“Matthew, sí me vendes esta bicicleta, ¡haré por ti lo que quieras!” “¡Hey, hey, bájale yo no le hago a esas cosas! Si quieres pásame una hermana.”

Su colega se ríe ante ese comentario y continúa:

“Con gusto si tuviése una soltera. Estoy dispuesto a dar los próximos cursos extracurriculares en tu lugar.” “No, falta mucho todavía Don, y a lo mejor ya ni voy a estar en el Liceo el próximo verano.” “Mat, te voy haver una oferta irresistible. ¿Qué dices si te doy quinientos dólares?”

Con mucho dolor, pero alentado por la ambición, y sumado a su mísero sueldo de profesor “freelance”, Matthew accede a venderle la bicicleta a su amigo y colega Don. Este se va felíz con la misma montada en los asientos traseros de su Ford Escort.

Al irse todos, Matthew se echa sobre un sofá pensando que sus esfuerzos por recuperar la bicicleta fueron para nada, bueno, le quedaron quinientos dólares, mismos que Don prometió pagárselos en efectivo el próximo martes, pero él duda que ese monto se asemeje al valor sentimental de su bicicleta de la infancia. Que ya viéndolos por otro lado sí son una muy buena cantidad. Si tan solo hubieran cosas de valor en el garage de su madre en el pasado, las vendería y sacaría una jugosa cantidad de dinero y si...

“¡HEY! ¡Espera un momento!” Se dice a sí mismo y de un brinco se pone de pie.

“¿¡Y si viajo al pasado, traigo antiguedades y las vendo en el presente!? Aquí en Oakland no hay muchas cosas, hubo o más bien no hubo. Necesitaría irme a una ciudad con larga tradición histórica como las de la costa Este, Boston, Philadelphia, Nueva Orleans.”

Matthew camina emocionado de un lado al otro del garage, y en ese instante decide mudarse a Boston a iniciar su negocio de “antiguedades.”



***

Una vez en Boston él se dirige a un hotel barato y de ahí a una agencia de bienes raíces. Llegó sin nada más que una maleta con su ropa y la mochila de su Lap Top colgada al hombro, la vieja casa de su fallecida madre la vendió y el dinero, más los ahorros que ella le dejó, los usó para comprar bitcoins, por fortuna en el lapso de tiempo en que le llevó encontrar la casa apropiada en Boston, no quebró ni lo estafó el banco de bitcoins en línea.

La agente de bienes raíces le mostró varias casas en el catálogo en línea, todas cumpliendo las características que él buscaba: ser casonas con al menos 150 años de antigüedad y con un sótano; pero Matthew se dió cuenta que de ninguna de las viejas casas se tenía evidencia concreta de que hubieran estado en poder de la misma familia.

Y esto era muy importante para él, ya que de esa manera podría saber quién las habitaba al finales del siglo XIX. Matthew no podía instalarse en una casa al azar, construir in situ su máquina manipuladora de agujeros de gusano, viajar al año 1880 y súbitamente manifestarse sin saber si en el sótano iba a causar un desastre incluso mortal, si estuviera gente o, Diós no lo quiera, niños jugando en ese sitio. Además de causarle un gran susto a los propietarios del inmueble en el pasado, con las luces y la explosión.

Matthew quería tener la seguridad de arribar, en el pasado, a un sitio prácticamente deshabitado y así mismo, presentarse al solitario inquilino de la casa.

Días después, al dirigirse a buscar un empleo temporal, Matthew pasó por el viejo Boston, en el área de la península Shawmut, de camino a una escuela de computación que solicitaba un profesor para sus cursos, y fue cuando vió una casona en una esquina, rodeada de grandes jardines con inmensos maples y cerezos, se bajó, saltó del autobús y corrió hacia ella. Una amplia casa en dos plantas y con las evidentes ventilas de un sótano. Él se maravilla observándola cuando es interrumpido:

“Buenos días, ¿puedo ayudarlo?” “Hola, buenos días, soy Matthew Smith, perdón no quise incomodarlo ni asustarlo. Sucede que me gustaría comprar una casa como esta. ¿Dígame ha pertenecido siempre a su familia?”

El extraño que había interrogado a Matthew se aproxima extendiendole la mano.

“Hola, soy Michael Garrett Jr, y sí en efecto, esta ha sido la casa de la familia por generaciones, al menos hasta 1890. Cuando mi antepasado, llamado Edmund Garrett, llegó a América procedente de Inglaterra, él, al igual que yo hoy en día, vivió solo por un tiempo.” “¿No me diga?” Exclamó Matthew emocionado, justo el tipo de casa y propietario en el pasado que él está buscando, y en la fecha correcta además.

“Sí, bueno, en mi caso porque estoy divorciado y mis hijos ya se fueron hacer su vida.” “¿Dígame a qué se dedicaba?, su tatarabuelo me imagino que era su tatarabuelo ¿no?.” “No, él era más bien primo hermano del que sería mi tatarabuelo.” “¡Ah! Pariente lejano entonces.” expresa Matthew alegremente, y el señor Michael Garrett continúa:

”Él era ilustrador de libros, eso fue hasta que un día de la noche a la mañana su situación económica mejoró tanto que se dió el lujo de comprar varias propiedades y un día él y su familia simplemente desaparecieron sin dejar rastro alguno...”

En este punto Matthew lo interrumpe, lleno de emoción:

“¿No le interesaría venderme la casa? Considere que ya es muy grande para usted y sus necesidades; puedo hacerle una transferencia de bitcoins, libre de todo rastreo y de impuestos.” “¿Bit qué? ¿Qué es eso?” “Dígame un precio y se lo pago, esta casa me interesa muchísimo.” “Sí he pensado en venderla, no sería un precio barato, la casa en lo general se encuentra en buen estado y...” “¡Por Diós, dígame un precio!” Lo interrumpe Matthew exclamando en voz alta y agitando las manos frente de él.



***

Una semana después, y prácticamente ya sin un dólar encima de él, Matthew tomaba posesión de la propiedad. Ahora tenía que pasar a la siguiente etapa de su plan: vivir con lo mínimo para tener el suficiente dinero, de su sueldo como instructor de computación, para comprar las partes y materiales necesarios para construir la máquina manipuladora de agujeros de gusano, la máquina del tiempo.

Matthew se encontraba ya molesto por el hambre, había salido temprano ese día para dirigirse al ayuntamiento y en el registro civil poder consultar información sobre el hombre que en el siglo XIX había habitado la casa, el antes mencionado Edmund Garrett. Para su sorpresa sí halló el acta de matrimonio del tal Garrett, casado en 1906. Eso le daba una amplia ventana de operación para su negocio de tráfico de antiguedades.

Acto seguido se dirigió a la hemeroteca para averiguiar si el famoso Edmund Garrett, se había vuelto famoso, o hecho algo notable. Preguntó a la bibliotecaria sobre los periódicos de Boston a partir de los años 1890, y ella le indicó una terminal donde poder hacer la consulta digital.

No pudo hallar nada respecto al señor Garrett, por lo visto llevó una vida modesta y sin meterse con nadie ni, sin hacerse notar en la comunidad tampoco. Aprovechando que la hemeroteca era de hecho la biblioteca pública, se puso a consultar libros de finales del siglo XIX, recordando lo que su pariente lejano, Michael Garrett, había comentado sobre su ilustre familiar, que él se dedicó a la ilustración de libros. Cuando ya casi se daba por vencido, halló un libro sobre la vida de Napoleón Bonaparte, obviamente en su interior ilustrado con reproducciones de David, Gross, Girodet, Meynier, etc. Pero la portada, que mostraba a un Bonaparte de espaldas viendo desde lo alto de una roca hacia el mar, en su destierro en Santa Elena estaba firmada: Edmund Garrett.

Matthew pidió el libro en consulta, pero se encontró con que tenía que pasar por un engorroso trámite para darse de alta como usuario, y hasta un comprobante de domicilio le pidieron, él accedió a todo esto, ya bastante malhumurado, por el hambre, ahora peor que antes , y la prisa que tenía.

Al fin pudo abandonar la biblioteca llevando el libro sobre la vida de Napoleón Bonaparte.



***

Edmund Garrett llega a la casa en el centro de Boston, hace seis meses por medio de un abogado en Londres solicitó ayuda para contactar a alguien que le ayudara a adquirir una propiedad en Nueva York. Siendo literalmente el último miembro de su linaje decidió terminar con su vida en la Inglaterra victoriana y mudarse a América. Prontamente su abogado le comunicó que había recibido un cable de su contacto americano pero que, la propiedad que le ofrecían en venta se encontraba en Boston.

Apelando a un sentimiento interno de aventura y de ir a donde la vida lo llevase, Edmund Garrett acordó comprar la propiedad. Vendió todo lo que tenía y mandó su dinero, y algunas cosas personales, a Boston.

Solo llegó con un portmanteau, y su habilidad para hacer grabados e ilustraciones. Tenía pensado ir a ofrecer su arte al diario local de mayor prestigio para lograr ser contratado.

Varias semanas después, Edmund Garrett, ya se encontraba laborando en el Boston Globe, ilustrando noticias, haciendo retratos de personajes y líderes. También a veces le llegan solicitudes de ilustrar libros y portadas. No se puede quejar, le ha ido muy bién en Boston. Si tan solo tuviera con quién compartir su vida...

Al terminar su jornada de trabajo, y luego de pasar una tarde amena con sus compañeros del periódico en un pub, o bar como los llaman en América, se dirige a su casa. A Edmund le gusta pasar la noche tomando un bocadillo y beber una copa mientras lee a los clásicos de la literatura, no pocas veces el sueño lo ha sorprendido y así se amanece, dormido vestido y sentado en el sofá de la sala y con la lámpara de gas aún encendida.

Pero en esta ocasión él está muy concentrado leyendo un apasionante libro que descubrió en una librería del centro de Boston, sobre la conquista de México, escrito por el conquistador mismo: Bernal Díaz del Castillo, él se maravilla que esta exquisita obra halla sido traducida al Inglés.

De repente una explosión en su sótano lo sobresalta, es como un relámpago y puede escuchar como se rompen cosas que todavía estaban guardadas en cajas, de lo poco que quiso conservar de su vida pasada, las mismas que había mandado por adelantado a Boston.

Edmund Garrett corre al sótano esperando ver un incendio causado por la instalación de gas.

Lo que encuentra es, una nube de vapor que emite silbidos y él percibe que ésta está a baja temperatura; y cuando el humo se disipa, puede ver un extraño objeto que parece ser el casco de un bote invertido.

“¿Pero cómo llegó esto aquí? ¿Una explosión lo lanzó hasta mi sótano?” Se pregunta muy extrañado y lleno de alarma.

Cuando Edmund Garrett se acerca más, nota que hay ventanas en la cosa y él casi se va de espaldas por el susto cuando divisa a un hombre dentro de esa cosa esa. Edmund va a acercarse, pero Matthew, desde el interior, le grita y hace señas para que se aleje, y que no toque el vehículo.



***

Horas después, Matthew y Edmund se encuentran tomando el té en la sala de la casa; Matthew le ha estado enseñando videos de eventos en el futuro, como la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, el alunizaje del 20 de julio de 1969, clips de The Beatles, una explosión nuclear. Todo esto con tal de convencer a Edmund sobre que en realidad él sí viene del futuro.

Edmund ve estos videos, mientras al mismo tiempo hojea el libro sobre Napoleón Bonaparte con la ilustración de portada que él todavía tiene que hacer en un futuro inmediato, lo deposita en la mesa de centro, y se dirige a Matthew:

“Matthew, todas estas películas que me has estado enseñando son increíbles, aunque no es necesario, tan solo de ver tu máquina del tiempo y este cinematógrafo portátil que llamas tablet bastan para convencerme. Mejor háblame más sobre tu idea de negocios de comercializar objetos de mi año al tuyo.”

Matthew muy emocionado, se pone de pie y procede a explicarle, en su peculiar manera de hacer gestos y ademanes con las manos.

“En el siglo XXI hay una afición, una locura por coleccionar y comprar antiguedades, esto es, objetos que en el siglo XIX son artículos de uso cotidiano y sin más valor que el de ser artículos de consumo, lámparas, planchas, carteles, libros, mapas, cajas de hojalata, juguetes, en fin, cualquier cosa que se te ocurra Edmund, y la gente paga prácticamente su peso en oro.” Y agrega:

“Tu labor en tu extremo de la línea de distribución sería el de comprar, recolectar, y empacar los artículos; yo me los llevo a mi época, los vendo, y te doy un porcentaje de la venta, a pagar en oro.”

Y así los dejamos el resto de esa tarde a Edmund y Matthew discutiendo, identificados el uno con el otro por las similitudes en sus vidas, y llenos de emoción por su nueva y extraña amistad intertemporal.



***

Tiempo después, ¿Qué tanto tiempo o como lo medimos? Puesto que tienen un manipulador de wormholes que básicamente es una máquina del tiempo... Consideremos que han pasado unos cuantos años de su exitosa asociación de negocios, misma que les ha dejado excelentes dividentos económicos a ambos. Y es así que los encontramos a ambos acostados sobre curiosas sillas de playa a la orilla de una elegante alberca, en una terraza junto al mar, con el agua de la alberca calentada de manera artificial; en ese momento llega una atractiva mucama que les sirve bebidas.

“¿Ves Edmund? ¿No te dije que iba a ser una empresa muy provechosa nuestra asociación? ¿Qué te parece este resort al que te traje ahora? ¿Acaso no es más espectacular que el anterior?”

“Me gustó más el viaje en crucero que me regalaste para mi Luna de Miel.”

“¡Claro que no Edmund! Aquí tu mujer y tus niños se están divirtiendo encantados de la vida, Laura lleva días enteros haciendo shopping, y tus hijos, apenas amanece, se van corriendo al centro de actividades.”

Edmund se recuesta y admira la vista del gigantesco planeta joviano y sus anillos, más allá del horizonte de un tranquilo oceano azul extraterrestre.

Matthew termina de instalar un impecable telescopio del siglo XIX para observar el planeta joviano, sus bandas de nubes de distintos tonos de azul, y su sistema de anillos. Ahora una pequeña multitud se arremolina en torno de él, al descubrir el 'viejo' telescopio, y un hombre se anima a preguntarle si no se lo vende.



(relato original por Carlos Santillán)

martes, 7 de abril de 2015

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lunes, 6 de abril de 2015

"Crecen tan rápido" (relato original)



Es un domingo soleado, al mediodía, en la mansión Gwilym, cercana a Cardiff. Situada en medio de extensas tierras, la vieja casona deslumbra por su aspecto dinástico. Junto al Rolls-Royce estacionado al pie de las escalinatas de acceso a la casona, el chofer ya espera con la puerta trasera abierta esperando a que suba la joven Gwendolyn.

El señor Robert Gwilym la abraza efusivamente, ella elegantemente vestida tiene que pararse sobre sus puntas ante los abrazos del señor Robert que la jalan literalmente del piso, su bolso de diseñador se acerca peligrosamente a la grava en el suelo, y con su brazo izquierdo sujeta su sombrero para que este no caiga de su cabeza.


“Wendy, te voy a extrañar mucho, no puedo creer que haya llegado tan pronto el momento en el que tengas que dejar el hogar. Recuerdo como si fuera ayer cuando te compré esa bicicleta roja para tu cumpleaños número trece.”

El chofer baja su mirada al piso, no quiere parecer un entrometido en este momento tan personal del amo Gwilym y la señorita Gwendolyn. El muy bien sabe que no debe de entrometerse ni juzgar nada de lo que vea que sucede en la mansión Gwilym. Además el contrato de confidencialidad que firmó lo obliga, y de no respetar lo que en el mismo se estipula, se haría acreedor a uno tremenda pena pecuniaria. Aparte de que sinceramente siente lealtad hacia la familia Gwilym, con la cual ha estado sirviendo como chofer desde hace ya casi cuatro décadas, cuando los Gwilym eran una numerosa familia. Ahora el amo Gwilym va a quedarse solo al marcharse la señorita Gwendolyn.

Gwendolyn mira detenidamente con ojos húmedos al señor Gwilym, se separa de él, intenta decir algo pero no le salen palabras y en cambio, se da media vuelta y se sube rápidamente al vehículo. Al arrancar este, el chofer nota que ella limpia con su pañuelo de seda las lágrimas que había estado reteniendo, porque no quería llorar enfrente del amo Gwilym, o por lo menos eso es lo que interpreta él.

Robert se queda parado siguiendo con la vista al Rolls-Royce, quiere mirarlo hasta que este desaperezca en la distancia. Escucha unos pasos detrás de él, e infiere que se trata de su fiel secretario Owen.

Robert se voltea y con ojos vidriosos se dirige a él:

“Crecen tan rápido Owen, estoy literalmente temblando. Ayer era mi pequeña niña y hoy ya se fue de casa convertida en toda una mujer.”

“Sí señor,” el secretario le contesta y prosigue, “solo estaba esperando a que se marchara la joven Gwendolyn para venir a comunicarle que ya llegó el correo electrónico del Señor Bear, él envió un catálogo de fotografías de varias niñas, tal y como a usted le gustan, niñas blancas de 12 a 14 años de edad.”

“Perfecto Owen, ¿Dejaste la sesión abierta? Vamos a mi despacho a verlas.”

miércoles, 1 de abril de 2015

Ancient Africa



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