sábado, 11 de noviembre de 2017

Arrebatado, parte 23

César va corriendo por el campo. Siempre que puede, al haber terminado temprano las labores que él realiza para la señora Isort, explora los alrededores de la propiedad rural de la anciana. En esta ocasión caminó hasta un promontorio rocoso, solo visible al subir a una colina al sur de la propiedad.

Una vez alcanzado el promontorio, César lo escaló hasta la cima, él quería experimentar la sensación de lograr conquistar un reto personal; así como el ver la vista desde arriba, misma que éĺ se imaginó debía de ser espectacular.

Pero al empezar a escalar la roca, el proverbial silencio ensodercedor cayó sobre él y así mismo, sintió una sensación que le dejó fríos los huesos, así como un presentimiento de peligro. César desistió de su intención de escalar la roca e inmediatamente descendió y, con precaución pero a paso veloz, emprendió el regreso a la propiedad de la señora Isort.

En el trayecto de vuelta, él no dejaba de pensar en todos los accidentes naturales, montañas, cañones, que, en La Tierra llevan el nombre del “diablo”: la torre del diablo, la cañada del diablo, el cañón del diablo.

Algo sucede en las zonas remotas de la naturaleza que causan muertes y desapariciones a paseantes, como si ciertas energías se concentraran, o acaso, son el lugar de caza de ciertos animales depredadores, incluso de seres extraterrestres. Mucha gente desaparece cada año, sin dejar rastro alguno, en parques y reservas naturales.

Él mismo, es ejemplo de una persona que cayó a otra dimensión y, poco antes de desaparecer de la Tierra, él se enteró del caso de una joven regia que desapareció en circunstancias misteriosas en Chiapas.

***

César se encuentra en la cocina, está sentado a la mesa cenando un pan dulce, acompañado de un vaso de leche. La noche ha caído ya; a través de la ventana, adornada con bonitas cortinas con temas de cocina, solo se puede ver una oscuridad impenetrable. Él ha prendido el monitor para poderse enterar de las noticias del día; le gusta mucho escuchar un podcast de un simpático sujero de aspecto descuidado quien, sin embargo, siempre tiene información muy útil y relevante que los medios tradicionales, oficialistas, de información no transmitern; es un milagro que siga en la red, con todo lo que el sujeto dice la administración espacial ya debería de haberlo censurado.

En eso entra la señora Isort.

“¡César! ¿qué hace aquí sólo?”
“Pues, ya relajándome; este fue un día de bastante trabajo y, cuando quise darme un tiempo para mi, no la pasé tan bien.”
“¿Por qué César? ¿qué le sucedió?”
“¡Ah por cierto! Terminé de pintar las puertas de la casa.”
“Gracias César, pero, no hay prisa alguna. Mejor cuéntame que es lo que te sucedió que te tiene tan afectado.”

Y César procede a narrarle a la señora Isort su experiencia al pretender ir a escalar la roca que él descubrió. Así como la sensación de peligro que sintió. Una sensación y una alerta que en verdad le hicieron temer por su integridad física.

La señora Isort lo escucha atentamente y, un vez que él concluyó su relato, ella habla.

“Esa roca que descubriste, es la roca Ayes. Hace décadas, la roca Ayes, era un punto favorito para ir de excursión y hacer días de campo junto a ella. Más de una persona murió tratando de escalarla. Aunque no es un promontorio muy alto, perder el equilibrio y caer puede significar la muerte, la cabeza humana no está hecha para resistir un golpe contra las rocas abajo.”

“Ahí hay una fuerza negativa, en verdad me sentí amenazado.”
“¿Sabes? Cuando era niña mi padre siempre me advertía de no pasar mucho tiempo sola alejada de la casa y, él no se refería a los peligros naturales a los que una niña se puede ver expuesta, como el ser atacada por pervertidos por ejemplo. Antes, la gente estaba más aislada que incluso ahora, el contacto con la naturaleza era más profundo, íntimo.”
“Sí en efecto, del lugar de donde vengo también abundan los casos de gente que simplemente se desvanece, como si se los tragara la tierra.”

“¡Así es! Y casi siempre en zonas rurales, en los bosques o en rocas. A decir verdad, la roca Ayes sí tiene fama de ser un punto negativo en la región, mi padre evitaba tener que acercarse a ella.”
“Muchas culturas creen que grandes rocas son el lugar de habitación de entidades elementales de la naturaleza.Recuerdo haber leído que en Irlanda...”
“¿Irlanda?”
“Perdón, una reservación naturalista vecina a aquella de la que vengo. Los colonos de Irlanda cuando construyen un nuevo camino y se encuentran con una gran roca en la ruta trazada, en vez de destruir la roca, hacen que el camino discurra a su alrededor.”

“Mi madre varias veces me contó de un caso de desaparición colectiva que ocurrió en su distrito de origen, cuando ella era solo una niña.”
“¿Sí?”

“Ella era solo una niña, pero me dice que ese caso fue una sensación durante meses en las redes sociales.”

Ante esta última observación por parte de la señora Isort, César se da cuenta que este mundo ha tenido electrónica por un periodo mucho mayor que la Tierra.

“Sucedió así. En un colegio privado exclusivo para señoritas, el Colegio Iseta, en Longwok, donde mi mamá vivía, en el verano y en fechas cercanas al final del ciclo escolar, organizaban un paseo campestre, que consistía en una larga caminata, o aquellas que lo prefirieran, una rodada en bicicleta, y un día de campo en un rancho, el rancho Nanmadol.

Ahí hay una zona con grandes rocas, y la gente las explora, hasta hoy en día; te las voy a mostrar en la red; es un auténtico laberinto de piedras.

Lo que sucedió fue que, hacia el final del día de campo, una joven profesora de literatura les propuso al grupo de siete alumnas que habían estado conviviendo con ella, que fueran a explorar el laberinto de rocas.

Otra maestra, con la mayor parte de un grupo, las vieron partir. Incluso esta profesora, ya madura de edad y ejerciendo su autoridad, le indicó a la joven maestra y a las niñas que no dilataran en su paseo, puesto que pronto se iba a iniciar el regreso al colegio.

Pasó media hora y la directora del colegio ordenó el regreso. Al contar cabezas las prefectas se dieron cuenta de la ausencia de la joven maestra y las siete niñas.

Alumnas y maestras se pusieron a gritar los nombres de las niñas y la maestra desaparecidas:

'¡Petty! ¿dónde estas?' '¡Monicque! ¡Ya sal! ¡No nos asustes!'
'¡Profesora Lora! ¡Si están heridas griten todas al mismo tiempo!
'¡Lulia! ¡Ya basta de este juego! ¡Nos asustas!'

Y así durante minutos. Un grupo de profesoras junto a varias alumnas del último grado organizaron una partida de búsqueda. Al mismo tiempo que otras alumnas partieron de regreso a la ciudad para solicitar ayuda y auxilio de las autoridades.

Este laberinto de rocas en realidad no es muy grande. En unos cuantos minutos una lo puede rodear. Pero es su recorrido interior, el que lleva bastante tiempo recorrer.

Pasaron cuarenta minutos, durante los cuales el grupo de maestras y alumnas que se ofrecieron como voluntarias para buscar a las niñas y la maestra desaparecidas, ya habían entrado y salido varias veces del laberinto.

Incluso hasta de mala gana, la directora tuvo que tolerar a varias niñas, quienes por iniciativa propia, emprendieron una búsqueda como cabras, caminando sobre las rocas, a pesar del tremendo riesgo que esto supuso para éstas.

Finalmente la directora a gritos llamó a todas las maestras y niñas que estaban activamente tomando parte de la búsqueda y ordenó el regreso a la ciudad. Porque si se dilataban más, las iba a sorprender el anochecer en la caminata de vuelta.

Cabe decir que para este momento y ante la tardanza, cientos de padres ya estaban aterrorizados por no tener noticias de sus hijas. En esas fechas no había cobertura completa de la señal de los móviles.

Y justo cuando esto pasaba, llegaron camiones de transporte de personal enviados por la municipalidad, con personal de búsqueda y rescate, acompañados por la policía.

Se llevaron a las niñas de regreso a sus hogares y, la directora con un grupo de maestras se quedaron con las autoridades y el equipo de rescate. Pasaron ellas, una noche desesperante ya que, debido a la oscuridad el equipo de rescate decidió aplazar la búsqueda exhaustiva hasta el día siguiente.

Había suéteres y un sombrero, pertenecientes a las niñas y a la joven maestra, con los que los perros rastreadores del equipo de rescate emprendieron la búsqueda, siguiendo el rastro olfativo. Pero, a escasos cuarenta metros dentro del laberinto de rocas, los perros se echaron, negándose a continuar. Los rescatistas sorprendidos dijeron que esto se debía a que el rastro simplemente desapareció.

Incluso adentraron a los perros aún más hacia el interior, pero fue inútil, no había rastro que seguir. Luego el equipo de rescate hizo una búsqueda desde la parte posterior del laberinto. Con resultados negativos también.

El comisario de la policía que dirigía la operación sugirió que tal vez ellas cayeron a un socavón, así que centraron sus esfuerzos en el área donde los perros perdieron el rastro, pero no hallaron evidencia de un socavón ni de un deslave.

Al tercer día se suspendió la búsqueda intensiva. Las maestras y la directora quienes permanecieron todo ese tiempo en Nanmadol regresaron a Longwok; y solo continuó el peinado del área un pequeño grupo de rescate.

Ya para entonces el comisario empezó a tratar el incidente como un caso criminal y arraigó como sospechosos a varios empleados del rancho Nanmadol y ¡hasta al equipo masculino del colegio! Un par de conserjes y el cajero. Porque él dijo que como hombres podrían haber desarrollado tendencias malignas hacia las alumnas.

Se llegó al extremo, de parte de las autoridades de drenar un pantano a tres kilómetros de Nanmadol. Pensando que en varios casos criminales, arrojar los cuerpos al agua es como se deshacen de los mismos. Pero no se halló nada tampoco.

Uno de los conserjes tenía revistas pornográficas en su cuarto dentro del colegio, por lo que el tipo estuvo detenido varios meses. Hasta los mismos padres de las niñas desaparecidas declararon que al infeliz solo lo tenían como chivo expiatorio. Como no se le pudo comprobar un nexo con la desaparición de las niñas y la profesora, fue liberado a final de cuentas.

Hasta la universidad de la capital envió un equipo infrarojo para detectar cavidades en las que ellas pudieran haber caído pero, ¡nada! Se las tragó la tierra.”

Se las tragó la tierra… Precisamente el nombre del mundo de origen de César; él se pregunta si igualmente su desaparición, en casa, fue explicada de la misma manera.

Ahora se pregunta si, acaso yendo a ese laberinto rocoso en Longwok no podría encontrar una ruta, un agujero de gusano que lo lleve a la Tierra.

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