viernes, 22 de mayo de 2015

Choca tus zapatillas rojas (relato original)



“Mister, más vale te confieses culpable de estos cargos de narcotráfico, así va a ser mejor para ti y mejor para nosotros, si no, te vas a ir directo a un bench trial en la corte de distrito y la juez te va aplicar la cadena perpetua por conspiración para traficar drogas hacia los Estados Unidos.”

Freddy Jaramillo, veía con horror como todo lo prometido por el agente Alex Carter de la 'di-i-ei' (D.E.A.) que lo aproximó en Cali por medio de un 'sapo' para que se entregase a las autoridades con tal de tener una condena leve a cambio de declararse culpable de un cargo menor de narcotráfico, “Cualquiera mang, ¡el que tu quieras!” (como el agente Carter le dijo aquella tarde en una nevería de Cali) no se estaba cumpliendo. Y ni siquiera estos agentes mencionaban al agente Carter ni el acuerdo negociado con él.

Todo lo que el agente Carter le había dicho aquel día, mientras ambos comían sendos vasos de nieve, sonó tan bacano tan chévere. Freddy pensó que con entregarle todas sus caletas a la policía colombiana, (menos unas dos o tres, de algo tenía que vivir al salir de prisión ¿no?) y luego de pasar a lo mucho, cinco años en la 'universidad', iba a regresar a Cali a darse vida de rey y olvidarse para siempre de la vida de traqueto, pero ahora estos dos manes lo estaban obligando a confesar crímenes que él jamás había realizado y hasta querían que confesara su parte en una conspiración para ¡secuestrar y asesinar a un agente de la DEA!

“Freddy ¡ayúdanos!, esto es pura burocracia, el US Drug Czar quiero solo enterarse de resultados espectaculares en la lucha contra el narcotráfico, y es donde tú nos vas a ayudar.” Ahora le decía esto el otro agente, el que se veía amable.

“Traqueto, ¡hijoeputa! si no cooperas te vas a pudrir encerrado...” el agente de ceño fruncido le gritó mientras procedía a levantarlo por el cuello de la camisa, pero el agente amable lo detiene.

“¡Easy Mike! Nuestro amigo es inteligente y estoy seguro sí nos va a cooperar,” y luego agrega: “Freddy, es un trámite sencillo, tú confiesas ser el cerebro tras la conspiración para secuestrar a uno de nuestros compañeros en Colombia, la juez te dicta una sentencia, pero nosotros te dejamos caminar al cabo de cinco años, tal y como el agente Carter te prometió, ¡te conviene!”


La mención del agente Carter, quien le inspiraba confianza, hizo que Freddy se sintiera más tranquilo.

***

Semanas después en la corte de distrito, del distrito de Miami-Dade, y luego de audiencias previas donde estuvo presente un fiscal federal,se encuentra Freddy esperando a recibir su sentencia.

“¡De pie!”

Y entra la jueza federal René Arceaga, caminando de prisa, sin voltear a ver a nadie. Ella se sienta en su lugar, acomoda los papeles que lleva en sus manos, se pone sus lentes y procede a leer.

“Freddy Jaramillo, esta corte lo encuentra culpable de los cargos de narcotráfico, lavado de dinero y de conspiración para secuestrar y asesinar a un agente de la DEA desplegado en Colombia.”

“Por lo tanto, se le condena a 150 años de prisión.”

Ella se para y se retira rápidamente. Toda la vida de Freddy se ve arruinada en apenas unos segundos.

****

Han pasado dos años ya y Freddy se encuentra en confinamiento solitario desde el día en que fue trasladado a la institución correccional federal de Miami. Él fue víctima de un linchamiento jurídico para que agentes sin escrúpulos de la DEA se acreditaron triunfos inexistentes en el combate al narcotráfico.

Freddy ha decidido dejarse morir de hambre, ya no tiene ninguna esperanza en el futuro, su familia que sí sabían que él estaba negociando su entrega con los agentes antinarcóticos de Estados Unidos, no tienen los medios para viajar a Miami y de hacerlo, no los dejarían contactarlo.

De repente la imágen del viejo parque en su natal Cali, donde pasaba horas jugando con sus amigos durante su infancia, comiendo nieves, persiguiendo a las niñas, viene a su mente. Las viejas y gastadas bancas, el viejo piso, las antiguas palmeras. La visión es tan vívida... Casi como si la estuviera viendo a través de un agujero en la pared de la celda.

Ahora se escuchan golpes secos y fuertes en su celda, es su “visita” diaria en la que es vejado y humillado por los guardias de la sección donde él se encuentra confinado. Estos entran, con rostros como si tuvieran rabia.

“Stand up lousy cuban!”

Para los gringos todos los hispanos de Florida son “cubans.” Freddy ya ni protesta no le importa, y ante su tardanza en obedecer, uno de los guardias lo toma de una muñeca, le tuerce el brazo y lo estampa de cara contra la pared, el otro guardia, con su porra lo comienza a golpear.

Freddy no siente el dolor, está totalmente concentrado en la visión del parque en su Cali, que pareciera estar de verdad ahí, vista a través de un tubo.

“¡Como quisiera estar ahí, quiero ver mi Cali de nuevo antes de morir!”

Y en su visión, él puede ver como el tunel se agranda, ahora ya hasta escucha los sonidos en el parque, siente brisa en su cara y hasta los olores característicos del ambiente en el mismo.

Freddy extiende su mano derecha y un tremendo “¡SSSSZSM!” en su mente es la sensación auditiva de lo que siente al caer a través de este agujero de gusano.

Desde el punto de vista de los guardias de seguridad, Freddy desapareció, se esfumó en un instante en medio de un flash de luz blanca, con un chasquido fuerte, producto del aire que en fracciones de segundos pasa a ocupar el vació generado. Un olor a ozono ocupa la celda.

Ellos se llenan de pánico, el guardia que lo estaba golpeando con la porra, solo repite jadeando, por el susto:

“Aah! Aah Aaaaah!”

Mientras se mira en medio de las piernas y ve que sus pantalones están no solamente mojados...

Relato por Carlos Santillán

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