martes, 26 de mayo de 2015

SUBURBIOS, relato original



Es un suburbio estadounidense en lo que debería ser una calmada tarde de 1978. Si fuera un día más, veríamos a los niños en sus bicicletas y presumiendo sus t-shirts estampadas de Jaws, Superman, Star Wars y los Denver Broncos.

Pero un gran alboroto se lleva a cabo en la casa de la familia Lumberg, tres carros patrulla de la policía se han estacionado, sin miramiento alguno en el jardín, aplastando el césped, los rosales, y aplastando algunos juguetes infantiles que ahí se encontraban. Ahora podemos ver a tres policias que aparecen desde adentro llevando esposado, por la espalda, y sujeto de los brazos y el cuello, al señor Lumberg.

Este lleva sendos arañazos en la cara que le sangran y le manchan la camisa. Detrás de él su mujer le grita y arroja un florero que por poco y golpea en la cabeza a uno de los policías. Una oficial ayudante del Sheriff le ordena tajantemene que se calme.

Un par de niñas de unos cinco y seis años que lloran, se pueden ver a través de la entrada a la casa.

Johnny quien acaba de llegar, derrapando su bicicleta para frenar y pararse junto a Timmy, quien sentado en su bicicleta había estado observando todo desde el otro lado de la acera. Timmy, al regresar del centro comercial en su bicicleta roja le tocó ver el “crimen” cometido por el señor Lumberg, y luego como él también vive en la misma calle, pués le tocó pasar frente a la casa de los Lumberg y se quedó a escuchar todo el disturbio doméstico. Desde su comienzo.

“¿Qué pasó?”
“El señor Lumberg atropelló y mató a un perro.”
“¿Y por eso vino la policía a llevárselo?”
“No,” Timmy se baja de su bicicleta, baja el pedal para dejarla parada y él se sienta en la banqueta, y continúa, “llevaba a sus hijas al centro comercial cuando se le atravesó un perro, el cocker ese que siempre soltaba alguien y venía a dejar sus gracias aquí, ¿te acuerdas?”
“Sí, ¿y por eso lo mató el señor Lumberg?”
“No se, pero eso puso histéricas a las niñas, ya que se dieron cuenta que el señor Lumberg de haber querido pudo haber evitado matar al pobre perro.”

“Cuando llegué aquí frente a la casa de ellos,” Timmy continúa su relato, “vi como el señor Lumberg bajaba violentamente a las niñas, y a la más chica, le dio senda cachetada para que se callara. Entró a la casa prácticamente arrastrando a las niñas como muñecas, y de un portazo cerró la puerta. Casi de inmediato se escucharon los gritos de la señora Lumberg y de objetos que se rompían al estrellarse luego de ser arrojados.”

“¡Guau! Fue todo un show, estos Lumberg en verdad son violentos cuando se pelean, mis papás no llegan a tanto.” El pequeño Johnny exclama esto mientras ve como las patrullas ahora se alejan emitiendo esos sonidos, no el de sirena abierta, de los autos patrulla tan conocidos en las series de televisión, tal vez los usan en vez del claxon.

Y posteriormente le pregunta a Timmy:

“¿Y quién le habló a la policía?”
“Supongo que la misma señora Lumberg, antes de que llegaras, ella gritaba, dirigiéndose a una de los oficiales, que lo iba a acusar por maltrato infantil.”
“Se le va poner pesado al señor Lumberg...” Johnny le contesta.

Carlos Santillán

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