martes, 1 de marzo de 2016

Odiseo parte 10

Han pasado varias semanas desde que Alejandro se le fue encima al escuincle pendejo que andaba rondando a Sandra. Y, para sorpresa suya, ya no ha vuelto a ver el Audi estacionado afuera de la casa de ella.

Ha tenido la oportunidad de verla salir a ella de su casa, y Sandra, se ve bien, igualita que siempre, por lo tanto, ese pendejo no le hizo nada. Cualquier cosa negativa que ella hubiese sufrido, se hubiese reflejado en su personalidad.

El escuincle idiota, y sus amigos, no lo conocen, jamás lo han visto, aún así Alejandro anda preocupado de que, alguien por encargo, ahora lo golpee por venganza. Así que últimamente él ha andado cuidándose de hasta su sombra.

***

Alejandro, de regreso de la universidad llega al Soriana. A él le gusta simplemente ir a ver cosas.

Y ya tiene una rutina ritual establecida, entra al súper y se dirige a la sección de electrónicos, donde se mantiene al día respecto de los últimos equipos de cómputo personales, laptops e impresoras; así como tablets y smartphones.

Él no es un obsesionado de los celulares, le parecen una pendejada y odia el que la gente, aunque junta físicamente, esté cada quien con la mirada fija en el teléfono. Y él ni tiene, se lleva a la universidad el viejo teléfono de teclas y pantalla monocroma de su papá.

Luego se pasa a ver consumibles como los mouse, discos DVD vírgenes, cartuchos de, e impresoras. De ahí pasa rápidamente a ver pantallas planas (tampoco tiene) reproductores BluRay y las películas a la venta. Tiene años sin comprar una película, no le llama la atención el cine vacío que ahora producen en Estados Unidos, sin inteligencia y solo centrado entorno a los efectos especiales.

Se da la media vuelta y solo le hace una mueca al vigilante que, no importa en que súper te encuentres, en cuanto te pones a ver los títulos en DVD y BluRay, de repente se aparece detrás de uno radiando con su walkie talkie. Así fueran de buenos para cuidarlo a uno, a su papá un par de veces las farderas le han sacado la cartera.

Luego, Alejandro. se retira de ahí para encaminarse a la sección de juguetes, en su edad adulta éstos ahora se llaman "coleccionables', bueno, es el nombre que todos los inmaduros del YouTube usan para presumir sus juguetes: "collectibles" en Inglés, la mayoría de esos videore views son de gringos.

Y es aquí donde lo emocionante y deseable para Alejandro se encuentra: las figuras de 3 3/4 de Star Wars, así como las de Marvel, las nuevas figuras de 5 pulgadas de Star Wars también, los sets de Lego, ¡caramba! ya con una facilidad que los etiquetan a dos mil pesos.

Luego por nostalgia, recuerdos de su más remota infancia, revisa los carritos Hot Wheels y Matchbox, y por el mismo motivo, checa los sets de Playmobil.

Hay sets padres en esta ocasión, de policías, bomberos, así como de fórmula uno, aunque más baratos que Lego, los Playmobil también están caros.

Pero él ha estado comprando los Playmobil que vienen en sobre, son series de doce figuras y vienen al azar, ya que no se puede ver que figura trae el sobre. Solo tentándolo para tratar de adivinar de cuál se trata.

Y Alejandro procede a estrujar la veintena de sobres que se encuentran disponibles en su caja exhibidora; y aparta un par de sobres porque ha sentido lo que al parecer son cascos, y eso lo emociona, tal vez ha hallado la figura del astronauta que él desea.

Así que coge ambos sobres y se encamina hacia las cajas a pagar.

Pasa por las cajas rápidas, pero están cerradas, va a tener que hacer fila con gente que lleva carritos con mandado. "¡Maldición! ¿Sólo cuatro cajas abiertas para todo el súper?"

Y desde que venía por la sección de deportes lo viene siguiendo un tipo delgado y canoso, mismo que ahora se formó justo detrás suyo.

La cajera es una joven morena, muy delgada y baja de estatura. Se ve que la pobre solo está en automático trabajando, debido a las frases que monótonamente repite todo el día:

"¿Desea retirar o hacer una recarga tiempo aire?"
"¿Desea redondear para la fundación víctimas del neoliberalismo?"

Claro esa fundación no existe y ella no la mencionó pero, a Alejandro le hubiera hecho mucha gracia escuchar eso.

Le da dos pesos a la niña empacadora y se enfila dirección del estacionamiento.

El hombre canoso viene detrás de él. A Alejandro esto ya no le parece una coincidencia y se voltea para enfrentarlo:

"¿Sí? ¿Disculpa?"

"¿Qué de qué? El canoso le contesta, y agrega: “Voy camino de mi auto, ¡güey!"

Y en efecto, el tipo canoso solo iba a su vehículo, llevando un paquete de pilas doble A en sus manos.

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