jueves, 17 de marzo de 2016

Odiseo, parte 12

René tuvo que volverse independiente desde muy chico. Sus padres formaron un hogar disfuncional donde gritos y peleas eran cosa diaria.

Su hermana mayor se fue a vivir con una prima apenas cumplió los quince años y, René, naturalmente siguió su ejemplo.

Aprovechando que un tío paterno vivía en el Estado de México, René solo les avisó que se iba a estudiar la preparatoria a la Ciudad de México (el tío y su familia viven en Naucálpan) y que iba a trabajar en la tlapalería del tío para pagarse sus gastos. Y es así como René dejó su natal Coatzacoalcos.

***

"¿Qué onda René? Ya ni te dejas ver"

Memo lo saluda cuando entra al aula, depositando su carpeta y libros sobre la mesa, para sentarse junto a él. Chocan sus puños saludándose y Memo se sienta checando sus mensajes en su teléfono. Ante su saludo-pregunta, René le contesta.

"Cambié todas mis materias de la mañana a la tarde, para poder hacer el servicio social".

Memo se queda intrigado, ya que la respuesta de René vino acompañada de una mirada perdida en la distancia y un tono de voz que deja entrever frustración.

***

"Hola René, pasa por favor".

René es recibido en el privado de la licenciada (en sistemas) Tania Alvarado; a espaldas de ella, a través de la gran ventana se puede ver Avenida Nacional, el tráfico y varios edificios pequeños del otro lado.

"Pues ¡Bienvenido! Vas a aprender mucho de nosotros haciendo tu servicio social aquí con nosotros. Te vas a dar cuenta que el mundo real es totalmente distinto a lo que ves en la carrera y, bueno, échale ganas, aprovecha y aprende mucho ahora que tienes esta oportunidad de ir haciendo tus pininos en este apasionante mundo de la informática".

***

René fue asignado un cubículo hasta el fondo de la oficina, detrás de una columna estructural, a un lado tiene una maceta con una palmera bonita y frente a él un pequeño refrigerador verde cerrado con candado.

Su módulo de cubículos, se compone de cuatro, dos están vacíos; René tiene un vecino.

Hoy cumple una semana viniendo al servicio social; llega a las nueve de la mañana y se retira a las dos de la tarde. Las horas se le van muy lentas. La licenciada Alvarado le dio, para que se entretenga así parece, un manual de Unix, por Oracle, muy interesante aprender este sistema operativo para administración de servidores. En unas terminales tontas en 'la pecera' se la pasa jugando con el: ls, cd, mv, cp, pwd, cal, lspci, aplay -l, en fin, una serie de comando para funciones varias en manejo de archivos, directorios y dispositivos.

Pero René se siente como en la guardería, guardado y mantenido ocupado con cosas menores. En el equipo que le dieron con el cubículo asignado, se la pasa igualmente jugando con el Power Point y el Excel. Esto lo podría hacer en la escuela o en su casa.

Su vecino se la pasa en silencio todo el día, incluso René bromea consigo mismo si, no estará momificado y ¡nadie se ha dado cuenta!

El refrigerador que tiene enfrente se le volvió una monserga, es el negocio de un simpático ingeniero veracruzano, 'el jarocho', vende aguas y refrescos pero, antes de que René se diera cuenta, este ingeniero ya le había hecho responsable de la llave del candado y la caja del dinero de las ventas. Se lo chamaqueó.

Hay tres secretarias sindicalizadas en la oficina, son unas paisanas gordas y hasta de traje típico. Se la pasan chismeando toda la mañana y les vale el repicar constante de los teléfonos. No hacen ¡nada! Nadie se atreve a pedirles el hacer una captura o el sacar unas fotocopias; el sindicato las protege en su ociosidad.

René observa a los superintendentes y a los capturistas. Sí trabajan, pero, se la pasan bien padre. Uno de los superintendentes, 'Panchito', que de por sí camina como si fuera un lento buque tanque, llega y se pone a leer su periódico, luego hace llamadas en las que se la pasa carcajeándose. Luego sale de su privado y se mete al del superintendente Víctor y ahora los dos se la pasan hablando y chismeando y riéndose.

Este superintendente Víctor tiene un curioso ritual diario:

Sale de su privado y pasa por Raúl, al cubículo de éste, y se van a fumar juntos al gran corredor de cristal que conecta este edificio con el de al lado, para posteriormente, irse al baño a orinar juntos. ¿?

Algo que sorprendió mucho a René también, fue el descubrir el reinante nepotismo en la oficina: Víctor es hermano del superintendente Jesús y la esposa de Víctor trabaja en el cuarto piso, el superintendente Luis es hermano de la sugerente Lulú, y la esposa de Luis está en desarrollo tecnológico, los analistas Enrique y Magda están casados, las analistas Paty y Rebeca son hermanas, el papá del capturista Carlos es subgerente en el cuarto piso. Pues que padre, ¡que todo mundo acomode a sus parientes! Dependencias del gobierno...

Y es todo un tianguis también la oficina. Ya se mencionó el negocio de venta de refrescos de 'el jarocho'. Llega un señor bolero a dar crema a los zapatos. una sindicalizada vende edredones por catálogo, muy guapas "ejecutivas de ventas' llegan diario a ofrecer cuentas de inversión, tarjetas de crédito, seguros de vida; un sindicalizados ya jubilado llega a vender quesos, está la señora de los anillos y pulseras, también, un voceador anda diario con un diablito cargado de periódicos, libros y revistas. Hasta los mismos superintendentes andan rifando relojes y botellas de vino, como Panchito que le ofreció boletos en venta.

***

'¡Buenos días!

René al llegar saluda a su vecino de cubículo, el ingeniero Daniel. Y para sorpresa suya, el ingeniero Daniel se incorpora; se pone de pie estirando sus brazos y bostezando. Todo un prodigio de la naturaleza poder ver a este cuerpo animado (camisa azul, corbata azul obscuro) y que no se trata de un cadáver momificado y olvidado en un cubículo.

"Hola, ¿René verdad?"
"Sí ingeniero, así es".
"¿Cómo te va en el servicio social?"
"Bien, bien. La licenciada Alvarado me tiene aprendiendo Unix"
"¿Y te gusta, te va gustar trabajar en sistemas René?"
"Sí, ¿por qué no? Es un trabajo muy bien pagado, demandado. Todo mundo usa computadoras y puedes trabajar donde quieras".

El ingeniero Daniel se lo queda viendo, esbozando una mueca de burla en el rostro.

"No, no creas René. Tu vienes con el entusiasmo y frescura del recién, o en tu caso, casi egresado informático. Pero yo que llevo más de veinte años como analista te hablo con la voz de la experiencia."

El ingeniero suspira, se deja caer en su sillón azul, abre un tupperware y comienza a comer una ensalada de frutas, y luego continúa:

"Para empezar, que te la pasas todo el día aquí encerrado, sabes tu horario de entrada, pero, no tienes horario de salida, siete, ocho de la noche, si bien te va.

No puedes hacer, ni planear nada. Hey, por eso ves que hay tantas parejas aquí en las subgerencias, los que están aquí igual de encerrados, son los únicos a los que podrás conocer."

Señalándolo con la cuchara continúa:

"Los fines de semana, si es que no tienes que venir a atender algún pendiente o bomberazo, estarás tan exprimido y, deprimido que no querrás hacer nada.

Y eso se retroalimenta. A todos los que ves de workaholics, es porque, por ausentes, ya no los quieren ni soportan en sus casas, y por eso se la pasan todo el día aquí trabajando, o fingiendo que trabajan.

Y también, te la pasas aquí todo el año, navidad, año nuevo, semana santa, el verano...

Las mentadas cuatro semanas de vacaciones te las dividen en dos periodos, de los cuales, apenas y puedes tomar unos cuantos días. Porque de inmediato te están buscando para que te regreses.

Sí, se gana bien, muy bien; pero esto no es vida. Mira, las putas también ganan mucho dinero, pero, no por eso su trabajo es deseable ¿verdad?"

El ingeniero Daniel termina de comer su ensalada de frutas, se limpia la boca con un pañuelo y todo, tupperware, cuchara y pañuelo, lo arroja al interior de su portafolios vacío, que yacía abierto sobre el escritorio de su cubículo. Lo cierra de un golpe y lo deposita en el suelo bajo el escritorio.

Luego suspira estirando los brazos y cruzando los dedos descansa su cabeza contra sus palmas y continúa:

"Y puros hipócritas aquí en la oficina, te tratan de 'amigo quitapon', en la misma semana en la que te invitan a ir a comer para festejar el cumpleaños de fulanito, te enteras que hicieron una reunión en su casa, a la que no te invitaron. ¿Cómo te enteras? ¡Se ponen a platicar carcajeándose, de todas las cosas que hicieron!

No y luego, las 'hermandades' que hacen los muy hijos de la chingada; ¿por qué crees que de analista ya no pasé en estos veintitantos años?

Los cerebritos aquí nos quedamos de maceta, o nos echan a la calle cada vez que necesitan hacer recorte de personal.

Los que ascienden y avanzan son los 'inteligentes emocionales' que andan de barberos y arrastrados invitando a comer al jefe y trayéndole regalitos. ¡Como Panchito con César!"

René se maravilla de la capacidad verbal del ingeniero David de poderle poner comillas a la frase: 'inteligentes emocionales'. René sigue pensando en esto y cuando se da cuenta, el ingeniero ya había continuado:

"Y vieras, cono me joden las hermandades que te mencioné antes; llegaron estos cabrones que se congratulan cada rato diciéndose entre ellos:

'¿Cómo se dice chingón en chino? Ex-A-Tec' Ja, ja, ja.'

Hacen, ¡hicieron su secta! de egresados del Tec de Monterrey, y simplemente no dejan pasar a nadie quien no sea de su pinche escuelita: César, Lulú, Paco, Paty, este Raúl que ya lo están preparando, a pesar de ser un güevón, y entre ellos hablan mal y discriminan a los que venimos de UPIICSA, la UNAM, de la UVM, buena ésta si es una escuela muy mala."

El ingeniero David ignora que esa es justamente la universidad donde estudia René.

***

Esa tarde, en clase de la materia de contabilidad, René se encuentra distraído reviviendo el monólogo del ingeniero David en su mente.

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