martes, 29 de marzo de 2016

Odiseo, parte 14

Alejandro está escribiendo un sumario del cuarto episodio del libro de planeación estratégica (es una tarea escolar) Y se encuentra con problemas para escribir las conjugaciones del verbo “Haber” (tristemente la mala ortografía es un problema inherente a la generación de los dispositivos móviles).

Por este motivo toma su grueso diccionario enciclopédico ilustrado para buscar este verbo.

Pasando las páginas al azar, se encuentra una con la lámina de una pintura que lo deja sin palabras, sin aliento.

Es como si esta pintura lo jalara hacia adentro, absorbiendo su mente. Desde esta lo miran fijamente los ojos de un hombre anciano, idéntico a su fallecido abuelo Manuel.

El hombre de la pintura, en la obscuridad de una noche preindustrial, está llevando a cabo un experimento, ante ¿su familia?

Alejandro nota que 'ellos' están viviendo una nublada noche de luna llena, misma que se puede ver a través de la ventana.

El experimento del abuelo en la pintura ha aterrorizado a un par de niñas, quienes están siendo consoladas por otro hombre mayor de la familia.

La menor de ellas, blanca, muy bonita, en un vestido que le deja los hombros descubiertos y con un gesto en el rostro que despierta compasión absoluta, está mirando hacia el globo de vidrio que el abuelo sostiene en lo alto.

Dentro del globo de vidrio hay un ave, cuya suerte es fácilmente adivinable, y que es la causa de la pena de las niñas.

De algún modo el aire va a ser extraído del globo de cristal, o consumido al meterle una vela.

Un joven, estúpidamente mantiene la jaula del ave abierta. Alejandro se puede imaginar a ese joven siempre torpe, tirando y tropezando con cosas.

Dos hombres, sentados a la mesa, alguno de ellos el padre de las niñas, miran absortos al abuelo ejecutando el experimento. Hay un tercero que ahora nota.

El cabello de los hombres, incluso el de los viejos, luce muy bien, largo, desarreglado; Alejandro mentalmente juega con la idea de dejárselo crecer al estilo del siglo XVIII.

En la parte izquierda del cuadro, platican entre ellos, un hombre y una mujer. Tal vez se presumen mutuamente sus conocimientos sobre el aire, la presión atmosférica y el monóxido de carbono.

Alejandro se siente totalmente absorto por este maravilloso cuadro, lee el título y el nombre del artista:

"Experimento con un pájaro en una bomba de aire" (1768), Joseph Wright de Derby. National Gallery, Londres.

Le causa vértigo el solo reflexionar cuanto tiempo llevan muertas las personas de la pintura, capturadas en un momento en el que se veían tan llenas de: vida, emociones, confianza, y conocimiento.

jueves, 24 de marzo de 2016

Odiseo parte 13

"Uno de los problemas más nocivos, para el trabajo y los tiempos en un ambiente de oficina es el recurrir constantemente a la realización de juntas.

Y si a esto le suman que los asistentes a las mismas están papando moscas y enviando mensajitos en sus teléfonos, pues, ¡ya nos llevó la chingada!"

El grupo estalla en carcajadas ante el irreverente lenguaje del profesor Miguel.

El profesor Miguel toma un marcador y procede a anotar en el pizarrón.

"Por eso hoy los voy a iluminar, una vez más con mi genialidad y sabiduría y les voy a compartir estos consejos para la realización de reuniones de trabajo más eficaces".

Y anota eso rápidamente y lo subraya, por sus ademanes, el profesor Miguel pareciera ser un Dalí pintando un cuadro.

Memo y René se voltean a ver aguantándose las ganas de soltar carcajadas.

"A ver, como primer punto..."

Y el profesor Miguel lo anota a la vez que lo menciona:

"Agendar la junta y notificar a los participantes, por medio de un correo electrónico, al menos con veinticuatro horas de anticipación".

"Otro punto: por educación, llegar cinco minutos antes a la reunión. Así mismo, por respeto al tiempo de los demás, hay que iniciar y terminar la junta a las horas señaladas".

El profesor Miguel continúa:

"Hay que asistir preparados, con conocimiento del tema, o temas a tratar; así como llevar donde registrar la información relevante y puntos acordados en la junta".

"Si llevan dispositivos, no estén de groseros checando su Facebook, o jugando Candy Crush. ¿Verdad Mónica?"

Y Mónica se sonroja, porque ella estaba haciendo algo en su teléfono en lugar de prestar atención a la clase.

"Una junta efectiva se caracteriza porque el expositor sabe ser breve y conciso y siempre permanece dentro del tema, y los participantes también".

"Los participantes al no interrumpir, al expositor, y a los que intervienen, muestran su respeto. E igualmente muestran su respeto y eficacia al compartir todos los datos relevantes que ellos posean".

"El expositor debe de ser atento y democrático, al proporcionarle a todos los participantes, la oportunidad de expresar sus ideas e inquietudes, cuando así se lo soliciten".

Memo le dice algo a René, es ininteligible para Alejandro que se encuentra sentado en la mesa detrás de ellos; pero conociendo a este par y las ocurrencias que siempre tienen, le causan a Alejandro el soltar una estruendosa carcajada.

El profesor se da la media vuelta, de una manera graciosa, para encarar al grupo, que ahora rie también junto a Alejandro.

"¡Hey! ¡Tranquilos! Muy bien se que una clase puede volverse pesada, pero, ni modos, así es esto. Díganme, ¿vinieron o los trajeron a clases?"

El profesor Miguel siempre ha preferido el diálogo conciliador con sus alumnos a, la confrontación abierta. Y a pesar de que a sus espaldas se lo vacilen, sí logra ganarse el respeto de sus alumnos.

"Bueno, ya para terminar, recuerden, en una reunión puedes estar de desacuerdo, pero no por eso debes de ser ofensivo. Se desafían las ideas, no a las personas".

"Ahora como dinámica grupal, vamos a efectuar una junta, donde vamos a discutir… A ver..."

Y el profesor Miguel anota en la pizarra, con expresiones de protesta de parte del grupo, que de plano hoy no tienen ganas de trabajar:

"La construcción de un nuevo campus universitario, y las carreras que en este se van a ofrecer."

jueves, 17 de marzo de 2016

Odiseo, parte 12

René tuvo que volverse independiente desde muy chico. Sus padres formaron un hogar disfuncional donde gritos y peleas eran cosa diaria.

Su hermana mayor se fue a vivir con una prima apenas cumplió los quince años y, René, naturalmente siguió su ejemplo.

Aprovechando que un tío paterno vivía en el Estado de México, René solo les avisó que se iba a estudiar la preparatoria a la Ciudad de México (el tío y su familia viven en Naucálpan) y que iba a trabajar en la tlapalería del tío para pagarse sus gastos. Y es así como René dejó su natal Coatzacoalcos.

***

"¿Qué onda René? Ya ni te dejas ver"

Memo lo saluda cuando entra al aula, depositando su carpeta y libros sobre la mesa, para sentarse junto a él. Chocan sus puños saludándose y Memo se sienta checando sus mensajes en su teléfono. Ante su saludo-pregunta, René le contesta.

"Cambié todas mis materias de la mañana a la tarde, para poder hacer el servicio social".

Memo se queda intrigado, ya que la respuesta de René vino acompañada de una mirada perdida en la distancia y un tono de voz que deja entrever frustración.

***

"Hola René, pasa por favor".

René es recibido en el privado de la licenciada (en sistemas) Tania Alvarado; a espaldas de ella, a través de la gran ventana se puede ver Avenida Nacional, el tráfico y varios edificios pequeños del otro lado.

"Pues ¡Bienvenido! Vas a aprender mucho de nosotros haciendo tu servicio social aquí con nosotros. Te vas a dar cuenta que el mundo real es totalmente distinto a lo que ves en la carrera y, bueno, échale ganas, aprovecha y aprende mucho ahora que tienes esta oportunidad de ir haciendo tus pininos en este apasionante mundo de la informática".

***

René fue asignado un cubículo hasta el fondo de la oficina, detrás de una columna estructural, a un lado tiene una maceta con una palmera bonita y frente a él un pequeño refrigerador verde cerrado con candado.

Su módulo de cubículos, se compone de cuatro, dos están vacíos; René tiene un vecino.

Hoy cumple una semana viniendo al servicio social; llega a las nueve de la mañana y se retira a las dos de la tarde. Las horas se le van muy lentas. La licenciada Alvarado le dio, para que se entretenga así parece, un manual de Unix, por Oracle, muy interesante aprender este sistema operativo para administración de servidores. En unas terminales tontas en 'la pecera' se la pasa jugando con el: ls, cd, mv, cp, pwd, cal, lspci, aplay -l, en fin, una serie de comando para funciones varias en manejo de archivos, directorios y dispositivos.

Pero René se siente como en la guardería, guardado y mantenido ocupado con cosas menores. En el equipo que le dieron con el cubículo asignado, se la pasa igualmente jugando con el Power Point y el Excel. Esto lo podría hacer en la escuela o en su casa.

Su vecino se la pasa en silencio todo el día, incluso René bromea consigo mismo si, no estará momificado y ¡nadie se ha dado cuenta!

El refrigerador que tiene enfrente se le volvió una monserga, es el negocio de un simpático ingeniero veracruzano, 'el jarocho', vende aguas y refrescos pero, antes de que René se diera cuenta, este ingeniero ya le había hecho responsable de la llave del candado y la caja del dinero de las ventas. Se lo chamaqueó.

Hay tres secretarias sindicalizadas en la oficina, son unas paisanas gordas y hasta de traje típico. Se la pasan chismeando toda la mañana y les vale el repicar constante de los teléfonos. No hacen ¡nada! Nadie se atreve a pedirles el hacer una captura o el sacar unas fotocopias; el sindicato las protege en su ociosidad.

René observa a los superintendentes y a los capturistas. Sí trabajan, pero, se la pasan bien padre. Uno de los superintendentes, 'Panchito', que de por sí camina como si fuera un lento buque tanque, llega y se pone a leer su periódico, luego hace llamadas en las que se la pasa carcajeándose. Luego sale de su privado y se mete al del superintendente Víctor y ahora los dos se la pasan hablando y chismeando y riéndose.

Este superintendente Víctor tiene un curioso ritual diario:

Sale de su privado y pasa por Raúl, al cubículo de éste, y se van a fumar juntos al gran corredor de cristal que conecta este edificio con el de al lado, para posteriormente, irse al baño a orinar juntos. ¿?

Algo que sorprendió mucho a René también, fue el descubrir el reinante nepotismo en la oficina: Víctor es hermano del superintendente Jesús y la esposa de Víctor trabaja en el cuarto piso, el superintendente Luis es hermano de la sugerente Lulú, y la esposa de Luis está en desarrollo tecnológico, los analistas Enrique y Magda están casados, las analistas Paty y Rebeca son hermanas, el papá del capturista Carlos es subgerente en el cuarto piso. Pues que padre, ¡que todo mundo acomode a sus parientes! Dependencias del gobierno...

Y es todo un tianguis también la oficina. Ya se mencionó el negocio de venta de refrescos de 'el jarocho'. Llega un señor bolero a dar crema a los zapatos. una sindicalizada vende edredones por catálogo, muy guapas "ejecutivas de ventas' llegan diario a ofrecer cuentas de inversión, tarjetas de crédito, seguros de vida; un sindicalizados ya jubilado llega a vender quesos, está la señora de los anillos y pulseras, también, un voceador anda diario con un diablito cargado de periódicos, libros y revistas. Hasta los mismos superintendentes andan rifando relojes y botellas de vino, como Panchito que le ofreció boletos en venta.

***

'¡Buenos días!

René al llegar saluda a su vecino de cubículo, el ingeniero Daniel. Y para sorpresa suya, el ingeniero Daniel se incorpora; se pone de pie estirando sus brazos y bostezando. Todo un prodigio de la naturaleza poder ver a este cuerpo animado (camisa azul, corbata azul obscuro) y que no se trata de un cadáver momificado y olvidado en un cubículo.

"Hola, ¿René verdad?"
"Sí ingeniero, así es".
"¿Cómo te va en el servicio social?"
"Bien, bien. La licenciada Alvarado me tiene aprendiendo Unix"
"¿Y te gusta, te va gustar trabajar en sistemas René?"
"Sí, ¿por qué no? Es un trabajo muy bien pagado, demandado. Todo mundo usa computadoras y puedes trabajar donde quieras".

El ingeniero Daniel se lo queda viendo, esbozando una mueca de burla en el rostro.

"No, no creas René. Tu vienes con el entusiasmo y frescura del recién, o en tu caso, casi egresado informático. Pero yo que llevo más de veinte años como analista te hablo con la voz de la experiencia."

El ingeniero suspira, se deja caer en su sillón azul, abre un tupperware y comienza a comer una ensalada de frutas, y luego continúa:

"Para empezar, que te la pasas todo el día aquí encerrado, sabes tu horario de entrada, pero, no tienes horario de salida, siete, ocho de la noche, si bien te va.

No puedes hacer, ni planear nada. Hey, por eso ves que hay tantas parejas aquí en las subgerencias, los que están aquí igual de encerrados, son los únicos a los que podrás conocer."

Señalándolo con la cuchara continúa:

"Los fines de semana, si es que no tienes que venir a atender algún pendiente o bomberazo, estarás tan exprimido y, deprimido que no querrás hacer nada.

Y eso se retroalimenta. A todos los que ves de workaholics, es porque, por ausentes, ya no los quieren ni soportan en sus casas, y por eso se la pasan todo el día aquí trabajando, o fingiendo que trabajan.

Y también, te la pasas aquí todo el año, navidad, año nuevo, semana santa, el verano...

Las mentadas cuatro semanas de vacaciones te las dividen en dos periodos, de los cuales, apenas y puedes tomar unos cuantos días. Porque de inmediato te están buscando para que te regreses.

Sí, se gana bien, muy bien; pero esto no es vida. Mira, las putas también ganan mucho dinero, pero, no por eso su trabajo es deseable ¿verdad?"

El ingeniero Daniel termina de comer su ensalada de frutas, se limpia la boca con un pañuelo y todo, tupperware, cuchara y pañuelo, lo arroja al interior de su portafolios vacío, que yacía abierto sobre el escritorio de su cubículo. Lo cierra de un golpe y lo deposita en el suelo bajo el escritorio.

Luego suspira estirando los brazos y cruzando los dedos descansa su cabeza contra sus palmas y continúa:

"Y puros hipócritas aquí en la oficina, te tratan de 'amigo quitapon', en la misma semana en la que te invitan a ir a comer para festejar el cumpleaños de fulanito, te enteras que hicieron una reunión en su casa, a la que no te invitaron. ¿Cómo te enteras? ¡Se ponen a platicar carcajeándose, de todas las cosas que hicieron!

No y luego, las 'hermandades' que hacen los muy hijos de la chingada; ¿por qué crees que de analista ya no pasé en estos veintitantos años?

Los cerebritos aquí nos quedamos de maceta, o nos echan a la calle cada vez que necesitan hacer recorte de personal.

Los que ascienden y avanzan son los 'inteligentes emocionales' que andan de barberos y arrastrados invitando a comer al jefe y trayéndole regalitos. ¡Como Panchito con César!"

René se maravilla de la capacidad verbal del ingeniero David de poderle poner comillas a la frase: 'inteligentes emocionales'. René sigue pensando en esto y cuando se da cuenta, el ingeniero ya había continuado:

"Y vieras, cono me joden las hermandades que te mencioné antes; llegaron estos cabrones que se congratulan cada rato diciéndose entre ellos:

'¿Cómo se dice chingón en chino? Ex-A-Tec' Ja, ja, ja.'

Hacen, ¡hicieron su secta! de egresados del Tec de Monterrey, y simplemente no dejan pasar a nadie quien no sea de su pinche escuelita: César, Lulú, Paco, Paty, este Raúl que ya lo están preparando, a pesar de ser un güevón, y entre ellos hablan mal y discriminan a los que venimos de UPIICSA, la UNAM, de la UVM, buena ésta si es una escuela muy mala."

El ingeniero David ignora que esa es justamente la universidad donde estudia René.

***

Esa tarde, en clase de la materia de contabilidad, René se encuentra distraído reviviendo el monólogo del ingeniero David en su mente.

martes, 8 de marzo de 2016

Odiseo parte 11

Alejandro vio hace varios días, en el Discovery Channel, un documental sobre un equipo de cazadores de meteoritos en la Antártida.

Los extensos yermos desolados, cubiertos de hielo y nieve blancos, hacen que cualquier objeto opaco y obscuro sobresalga notablemente. A él se le quedó grabada la imagen de una científica enfundada en tantas capas de ropa que se veía como un bebé. Su apariencia con un anorak y guantes rojos de nylon, el rostro cubierto con lo que parecía ser una bufanda y sus ojos protegidos por unos goggles entintados de amarillo, más nieve cubriendo su ropa invernal, la hacían verse impresionante no obstante.

Ella gritó emocionada e hizo indicaciones al equipo de cámara que la siguieran rápidamente hacia donde ella señalaba.

Y a continuación, en el documental, la cámara se enfoca en la científica, quien ahora hincada, remueve con sus manos enfundadas en guantes, la nieve y hielo de una gran roca metálica: ¡un meteorito!

Este está lleno de hendiduras, muescas, el resultado de eones de choques contra otros meteoritos; y se ve muy bello, está limpio y tiene un color como del acero, azulado.

***

Ese documental le dio una idea a Alejandro: buscar micrometeoritos en la azotea de su casa.

Él tiene varios argumentos para respaldar su empresa; primero: la azotea está impermeabilizada en color blanco, con lo que, cualquier objeto en su superficie, es fácilmente detectado.

Segundo: muchas veces, acostado en su cama, en las madrugadas en las que tiene insomnio, Alejandro puede escuchar pedradas, tenues, de objetos pequeños, que golpean contra la azotea. El siempre se ha preguntado si estos impactos son producidos por meteoritos .

Cuando lo comentó, estas pedradas leves contra el techo, con su papá, él le dijo que la casa truena por la liberación, intercambio térmico, del calor absorbido durante las horas diurnas, y que en la noche, al bajar bruscamente la temperatura, este calor es violentamente liberado en forma de chasquidos.

Pero Alejandro no está convencido de que esta sea la explicación correcta. Ya que él puede escuchar no solo el sonido del impacto, sino también puede escuchar la piedra, o meteorito rebotando a lo largo de la azotea.

Tercero: objetos celestes caen todo el tiempo a través de la atmósfera. Solo es cuestión de salir a observar el cielo para ver las estrellas fugaces. En una hora de observación puedes ver dos o tres de estas estrellas fugaces.

Una vez, hace unos tres años, Alejandro se hallaba, una noche precisamente en la azotea observando las estrellas, las constelaciones y los planetas. Cuando una estrella fugaz cayó por la atmósfera muy cerca de él.

En fracciones de segundo pudo ver su gran y gruesa estela verde, desplazándose justo en el cenit, de este a oeste y silbando chillonamente:

"¡FIIIIIIUUUUUUUUH!"

***

Es sábado antes del mediodía y cae un sol abrazador; afortunadamente Alejandro siempre carga con sus gafas de sol plegables, en uno de los bolsillos de su pantalón, sí no, la luz reflejada de la capa de impermeabilizante blanco de la azotea lo cegaría.

Ha estado buscando infructuosamente por sus micrometeoritos. Solo hay tierra, mucha caca de pájaros, de gatos y rebabas metálicas de cuando se ha trabajado en la azotea instalando calentadores o los barandales.

Es muy gracioso como uno se imagina que va a resultar algo, comparado contra la posterior realidad, una vez ejecutado el hecho.

Hasta huesos de durazno y de pájaros (gatos asesinos) encontró. Le hace falta su buena barrida a la azotea.

***

Habiendo pasado un tiempo, Alejandro se olvidó de esa idea de buscar micrometeoritos; hasta que un día que iba caminando en el jardín, llevaba el recogedor con el que recoge las cacas de sus perros, se paró justo bajo un tubo de pvc que desaloja el agua de la azotea cuando llueve, y de estos ¡hay cuatro!

En la superficie del jardín, bajo estos tubos, el pasto ha dado paso a concavidades llenas de piedrecillas y de grava.

Alejandro de niño hizo una tarea escolar acerca de envolver un imán en una servilleta y con éste recoger rebabas de fierro del suelo.

Él nunca olvidó esto. Y el imán en la servilleta es la herramienta correcta para recoger micrometeoritos de hierro.

Una vez en el Palacio de Minería pudo tocar la superficie dura y fría de los grandes meteoritos que ahí están en exhibición y esa sensación lo llena de expectación.

Trae de su cuarto un gran imán cuadrado que hace muchos años le robó a su abuelo paterno.

Alejandro sumerge el imán en la concavidad en el suelo, bajo la caída de agua. Realiza una serie de movimientos circulares por varios segundos, antes de retirarlo.

La servilleta blanca le deja ver rebabas de fierro, trocitos de óxido y, en medio de todo esto, una minúscula piedrecilla azulada, su superficie cubierta por pequeñísimos cráteres.

¡UN MICROMETEORITO!

martes, 1 de marzo de 2016

Odiseo parte 10

Han pasado varias semanas desde que Alejandro se le fue encima al escuincle pendejo que andaba rondando a Sandra. Y, para sorpresa suya, ya no ha vuelto a ver el Audi estacionado afuera de la casa de ella.

Ha tenido la oportunidad de verla salir a ella de su casa, y Sandra, se ve bien, igualita que siempre, por lo tanto, ese pendejo no le hizo nada. Cualquier cosa negativa que ella hubiese sufrido, se hubiese reflejado en su personalidad.

El escuincle idiota, y sus amigos, no lo conocen, jamás lo han visto, aún así Alejandro anda preocupado de que, alguien por encargo, ahora lo golpee por venganza. Así que últimamente él ha andado cuidándose de hasta su sombra.

***

Alejandro, de regreso de la universidad llega al Soriana. A él le gusta simplemente ir a ver cosas.

Y ya tiene una rutina ritual establecida, entra al súper y se dirige a la sección de electrónicos, donde se mantiene al día respecto de los últimos equipos de cómputo personales, laptops e impresoras; así como tablets y smartphones.

Él no es un obsesionado de los celulares, le parecen una pendejada y odia el que la gente, aunque junta físicamente, esté cada quien con la mirada fija en el teléfono. Y él ni tiene, se lleva a la universidad el viejo teléfono de teclas y pantalla monocroma de su papá.

Luego se pasa a ver consumibles como los mouse, discos DVD vírgenes, cartuchos de, e impresoras. De ahí pasa rápidamente a ver pantallas planas (tampoco tiene) reproductores BluRay y las películas a la venta. Tiene años sin comprar una película, no le llama la atención el cine vacío que ahora producen en Estados Unidos, sin inteligencia y solo centrado entorno a los efectos especiales.

Se da la media vuelta y solo le hace una mueca al vigilante que, no importa en que súper te encuentres, en cuanto te pones a ver los títulos en DVD y BluRay, de repente se aparece detrás de uno radiando con su walkie talkie. Así fueran de buenos para cuidarlo a uno, a su papá un par de veces las farderas le han sacado la cartera.

Luego, Alejandro. se retira de ahí para encaminarse a la sección de juguetes, en su edad adulta éstos ahora se llaman "coleccionables', bueno, es el nombre que todos los inmaduros del YouTube usan para presumir sus juguetes: "collectibles" en Inglés, la mayoría de esos videore views son de gringos.

Y es aquí donde lo emocionante y deseable para Alejandro se encuentra: las figuras de 3 3/4 de Star Wars, así como las de Marvel, las nuevas figuras de 5 pulgadas de Star Wars también, los sets de Lego, ¡caramba! ya con una facilidad que los etiquetan a dos mil pesos.

Luego por nostalgia, recuerdos de su más remota infancia, revisa los carritos Hot Wheels y Matchbox, y por el mismo motivo, checa los sets de Playmobil.

Hay sets padres en esta ocasión, de policías, bomberos, así como de fórmula uno, aunque más baratos que Lego, los Playmobil también están caros.

Pero él ha estado comprando los Playmobil que vienen en sobre, son series de doce figuras y vienen al azar, ya que no se puede ver que figura trae el sobre. Solo tentándolo para tratar de adivinar de cuál se trata.

Y Alejandro procede a estrujar la veintena de sobres que se encuentran disponibles en su caja exhibidora; y aparta un par de sobres porque ha sentido lo que al parecer son cascos, y eso lo emociona, tal vez ha hallado la figura del astronauta que él desea.

Así que coge ambos sobres y se encamina hacia las cajas a pagar.

Pasa por las cajas rápidas, pero están cerradas, va a tener que hacer fila con gente que lleva carritos con mandado. "¡Maldición! ¿Sólo cuatro cajas abiertas para todo el súper?"

Y desde que venía por la sección de deportes lo viene siguiendo un tipo delgado y canoso, mismo que ahora se formó justo detrás suyo.

La cajera es una joven morena, muy delgada y baja de estatura. Se ve que la pobre solo está en automático trabajando, debido a las frases que monótonamente repite todo el día:

"¿Desea retirar o hacer una recarga tiempo aire?"
"¿Desea redondear para la fundación víctimas del neoliberalismo?"

Claro esa fundación no existe y ella no la mencionó pero, a Alejandro le hubiera hecho mucha gracia escuchar eso.

Le da dos pesos a la niña empacadora y se enfila dirección del estacionamiento.

El hombre canoso viene detrás de él. A Alejandro esto ya no le parece una coincidencia y se voltea para enfrentarlo:

"¿Sí? ¿Disculpa?"

"¿Qué de qué? El canoso le contesta, y agrega: “Voy camino de mi auto, ¡güey!"

Y en efecto, el tipo canoso solo iba a su vehículo, llevando un paquete de pilas doble A en sus manos.