Una de las profesiones con menos prestigio en México es la de periodista; resulta que docenas de periodistas trabajando en cadenas de radio y televisión, que son propiedad de ex-políticos y magnates afines al sistema, venden su dignidad, objetividad y conciencia, y en vez de ser informadores de noticias, se erigen ellos mismos en guías (o al menos eso imaginan ser) de la opinión pública.
Y su oficialismo es tan obvio y lleno de clichés de adoctrinamiento, que resulta obvio para el público, mismo que los rechaza por fortuna.
Estas cadenas de medio oficialistas y sus pseudoperiodistas son un anacronismo; hoy en día las noticias las dan los usuarios de redes sociales y de blogs. Por eso temen a estas fuentes de información alternativa y constantemente están tratando de desprestigiarlas.
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