sábado, 31 de octubre de 2015

EL MARCIANO (relato original)



Doug Harrison se pone en cuclillas e introduce su mano derecha en la arena y, levanta un montón de esta, se incorpora y observa en su palma, protegida por el guante de su traje atmosférico, esta arena rojiza-ocre, mezclada con algunas piedrecillas, arena oxidada y golpeada por inclemente radiación ultravioleta a lo largo de miles de millones de años.

Ahora abre los dedos y la arena fluye entre ellos, él sacude su mano y sus movimientos junto con una leve brisa la esparcen de vuelta al suelo.

Es el atardecer de este Sol marciano, el cielo poco a poco se pinta de colores violeta y azules. La colonia permanente Musk City, en el cráter Gale, se encuentra a sus espaldas. Doug Harrison es uno de los 300 'marcianos' que lo dejaron todo para llevar a cabo el sueño de la colonización permanente del planeta rojo. Muchos le dijeron loco a Elon Musk cuando anunció su plan para esta colonia, plan auto financiado por cada uno de los 'marcianos'.

"La colonización de Marte va ser llevada a cabo por aquellos que tengan la disposición y que tengan el dinero también". Fueron las palabras de Elon Musk en esa conferencia de prensa que se llevó a cabo en el cuartel general de su empresa aeroespacial SpaceX, en Hawthorne California, ya hace casi diez años.

Nadie podía acusarlo entonces, ni mucho menos ahora que la colonia es una realidad, de estar llevando a cabo un fraude para desfalcar a cada uno de los multimillonarios 'marcianos' que se acercaron a él, debido al excelente récord de su compañía SpaceX.

En esa conferencia, donde Elon Musk anunció la colonia marciana, una reportera rubia de bellas piernas le preguntó el por qué gastar dinero en la exploración y colonización espacial habiendo tanta hambre en la Tierra.

Él le contestó que si la humanidad y la vida del planeta quieren sobrevivir, debemos de emigrar del planeta ya. Explicó que las tres cuartas partes del tiempo de la vida en la Tierra han transcurrido ya, en cien millones de años con la formación de un supercontinente la vida va a subsistir lastimosamente en un clima caliente y seco, en mil millones de años el Sol mismo se va a haber hinchado, creando condiciones infernales en el planeta.

También agregó que no podemos seguir confiando en la buena suerte, un asteroide no descubierto, cometas lanzados desde la nube de Oort, supervolcanes, algún accidente industrial, como organismos genéticamente modificados contaminando el ADN, todo esto, puede exterminarnos, y poco va a importar si todavía hay hambre, sed y pobreza.

Y es así que el magnate ferretero Doug Harrison, con tiendas en toda norteamérica, voluntariamente aportó quinientos millones de dólares de su fortuna para venirse a colonizar Marte junto a otros 299 multimillonaríos hombres y mujeres de alrededor del mundo.

Cuando el mundo supo que magnates iban a abandonar la Tierra se inventaron todo tipo de chistes respecto a que todo iba a ser paradisíaco sin estos millonarios ya presentes. Uno de los chistes era sobre estos millonarios explotando en el cielo justo al despegar.

Otro de los chistes era referente a que al poco tiempo se iban a matar entre ellos, debido al tener distintas religiones, esto al ser, magnates chinos, árabes, judíos, alemanes, japoneses, ateos, etc.

El establecimiento de la colonia permanente en Marte no hubiera sido posible sin los cohetes reutilizables, de despegue y aterrizaje vertical, diseñados por SpaceX, bajo la filosofía de Elon Musk respecto a que, para realizar un vuelo comercial entre dos ciudades, no se tiene que construir un nuevo avión cada vez.

Pero aún falta mucho por hacer, para que esta colonia sea viable, industrial y genéticamente, se necesitan de un millón de colonos.

***

Doug Harrison camina hacia el sol poniente y sube una elevación del terreno, el Sol se pone ya, blanco azulado y más pequeño de lo que estamos acostumbrados a verlo, sobre el horizonte, Doug vino preparado con binoculares, contra el cielo azul, él encuentra, el lucero vespertino que busca:

Una brillante estrella azul.

Él se lleva ahora, los binoculares contra el visor de su traje atmosférico, los enfoca y puede ver a la Tierra que se encuentra en fase, una mitad iluminada, la otra obscura. Y también puede ver a la Luna en fase, a la derecha, siempre compañera de la Tierra.

La imagen borrosa y temblorosa, cuando esta se estabiliza puede identificar al continente asiático, el Océano Indico, nubes. En el lado oscuro Doug puede visualizar múltiples puntos de luz, nodos de líneas iluminadas, las ciudades habitadas por millones de personas, de las cuales, una de ellas pudo llegar a ser amada por Doug.

Ahora él presta atención a las costas de la India, y se imagina el mar rugiendo y rompiendo contra las rocas y la brisa golpeando contra su rostro. Cosas que Doug nunca más va a volver a experimentar ni a sentir, salvo que lo vea por internet.

En la árida desolación marciana, alguien ignorante al ver una fotografía, pensaría que hace un calor inclemente como en un desierto norteamericano, pero, aquí encontramos temperaturas similares a las de la Antártida, y Marte es mucho más seco que ese lugar.

Sin su traje atmosférico, la sangre de Doug herviría en segundos, y su piel caería al piso como papel quemado, al mismo tiempo se sofocaría por la falta de oxígeno en esta atmósfera equivalente al uno por ciento de la, de la Tierra.

Doug se maravilla respecto a lo irónico de la situación, ahora que la humanidad se ha, por fin, convertido en una especie multiplanetaria, el hombre se ha convertido de nuevo en cavernícola.

Estos 'marcianos', al igual que sus ancestros hace decenas de miles de años, viven en cuevas. Cuevas subterráneas horadadas por máquinas automáticas y adaptadas con infinidad de artilugios tecnológicos que hacen posible la vida en la colonia.

Doug voltea su vista hacia la colonia, el lugar que es ahora su hogar, sobre la superficie hay varias construcciones: los domos geodésicos de los plantíos, los hangares de los cohetes, los cobertizos de vehículos y maquinaria, así como la estación de telecomunicaciones para contactar vehículos espaciales y a la Tierra.

Checa sus mensajes y su agenda en la interfase proyectada sobre el interior del visor de su traje atmosférico, en quince minutos tiene una clase de geología, aunque en Marte debería ser llamada 'areslogía', en fin, Doug está satisfecho consigo mismo y la vida que eligió, de industrial ferretero pasó a ser ahora un colono en Marte y geólogo buscando más rastros y evidencias de la antigua vida marciana. En una adecuada alegoría al futuro él camina de regreso a la colonia dándole la espalda a la Tierra.

Relato original por Carlos Santillán

No hay comentarios.:

Publicar un comentario