sábado, 19 de octubre de 2013

Los viernes no es obligatorio ir de traje a la oficina.

Hace un par de días una nota periodística informaba que una niña cualquiera va a ser la futura Steve Jobs. Según me enteré ella vive en la pobreza en una zona marginada de México.

Es una tontería afirmar que alguien va a ser el futuro Einstein, Steve Jobs o Pelé. Cada figura histórica fue producto de su era, talento personal, oportunidades y vicisitudes que lo guiaron por un sendero muy particular.

Steve Jobs se encontró en plena revolución informática cuando se dieron una serie de condiciones que necesitaban que alguien creara una PC personal, con una interfaz amigable al público para que así pudiese escribir textos y hacer diseños. (Muchos innovadores trabajaban en esto.)

Luego la creación de productos de ocio y comunicación, como los iPod y el iPhone, y su extensión lógica en forma de las tablets, forman parte de una revolución tecnológica que, se va a extender, más no a repetir en un futuro próximo.

Para que esta niña sea el siguiente Steve Jobs ella necesitaría ser la cabeza de una revolución similar a la encabezada por Steve Jobs.

Sólo que ella crease wormholes personales para viajes inmediatos.

Sin duda si esta niña es becada, ella sólo va a ser la siguiente Godínez en un departamento de Sistemas de una empresa como muchas.

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