Un aniversario más del 11 de septiembre. Lo más dramático e impresionante que ocurrió aquel día, fueron los cientos de personas que, atrapadas en los pisos superiores de las torres gemelas del World Trade Center, al verse atrapadas en las nubes de humo que las sofocaban, decidieron saltar al vacío.
Varias imágenes quedaron grabadas en mi mente. Por ejemplo, recuerdo a una pareja, hombre y mujer, que tomados de la mano saltaron. Jamás sabré si eran pareja sentimental o simplemente compañeros de oficina, pero que en sus últimos segundos de vida decidieron darse mutua compañía.
Otra imágen, es la de una fila de personas, que, como si fueran paracaidistas, saltaron una luego de la otra de manera ordenada.
También recuerdo a un hombre que, usando un mantel o cortina, trató de usarlo a modo de paracaídas, pero a los pocos segundos, la velocidad y resistencia del viento le arrancaron su improvisada salvación.
Tengo grabado a otro hombre que, rompió una ventana y pretendió descender apoyando su espalda y piernas entre dos de las columnas del WTC, y así logró recorrer algunos pisos, antes de perder la sujeción contra las columnas y caer.
Hay otra imagen icónica, de un hombre que resignadamente va cayendo cabeza abajo, y como si fuera Superman, va volando con sus brazos pegados a su torso, y una pierna doblada; mientras su camisa es sacudida por el viento como si de su capa se tratase.
Fue impactante ver a una treintena de personas, en los últimos pisos de una de las torres del WTC, todos con el torso de fuera, mirando hacia abajo, y otros haciendo señas con alguna prenda; mientras un espeso humo blanco sale de las ventanas rotas.
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